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sábado, 28 de abril de 2012

OTRA MIRADA: Sobre una nueva Reforma Constitucional ¿CRISTINA ETERNA?


POR MARIO MAZZITELLI(*) 

El partido justicialista y sus aliados desean abrir el debate sobre la reforma constitucional. Entiendo que el error en el que caen es no decir que intentan que Cristina se quede en el Poder muchos más años que los que le permite la actual Constitución Nacional.
Para la instalación propagandística surgen dilemas como el que se plantea Luis D’Elía. “A partir de lo que fueron los desastres de Once y del temporal venimos reflexionando que el Estado liberal que nos impuso el Consenso de Washington entró en crisis, por eso comenzamos a preguntarnos si es posible pensar en la Argentina y en la consolidación del modelo nacional, popular y democrático con esta Constitución …” Página 12, miércoles 25 de abril.

El tema resulta traído de los pelos ¿Qué tendrá que ver el accidente en Once con la Constitución Nacional? Debería explicar nuestro amigo Luis ¿Dónde dice en la CN que los ferrocarriles deben estar concesionados a empresas privadas? ¿Dónde dice que esas empresas tienen que tener una actividad competitiva y contradictoria con el desenvolvimiento del ferrocarril? ¿Dónde dice que los empresarios en cuestión deben ser capaces de manejar los dineros públicos de la manera más turbia posible?  ¿Dónde dice que debería ser el Jefe de Campaña de Macri en 2003, el Secretario de Transporte del Gobierno Nacional y Popular en 2012? ¿Dónde dice que se deben manejar las empresas públicas con desidia, indolencia, irresponsabilidad y desprecio total por el usuario? Las preguntas podrían seguir hasta donde quisiéramos. La realidad es que la tragedia de Once, masacre de pasajeros cuya responsabilidad corre por cuenta del gobierno nacional y la concesionaria, nada tiene que ver con la Constitución. De la misma manera que la ineptitud demostrada en los tres niveles del Estado –salvo honrosas excepciones- frente a la gigantesca tormenta sufrida en el área metropolitana los primeros días de abril, tampoco tiene que ver con la CN.

Dice Luis para situarlo en una página épica que “venimos reflexionando que el Estado liberal que nos impuso el Consenso de Washington entró en crisis”. Es cierto que a lo largo de muchos años el Estado Argentino fue adaptándose a un Proyecto Político cuyo centro fue Washington. Basta de Proyecto Nacional: Estado Argentino Mínimo para que deje liberado el terreno a los negocios de las empresas privadas, preferiblemente extranjeras, de manera que de aquí en adelante el gigantesco territorio de los argentinos transfiriera su riqueza a los países centrales sin cortapisas. Naturalmente dejarían que una parte de las mismas derrame sobre los sectores altos de la sociedad, que a la vez dejarían derramar una porción sobre el resto. Lógicamente, dicho derrame no llegó a los de abajo, y en determinadas circunstancias tampoco a los del medio. Con lo cual para mantener la seguridad jurídica y la tranquilidad de los inversores, no sólo íbamos a firmar tratados de garantías sobre las inversiones extranjeras y nos íbamos a someter al CIADI –recordemos que es una institución del Banco Central-, sino que además, también debíamos mantener un aparato represivo que hiciera sentir su rigor cuando algún sector de las mayorías populares se rebelara frente a tanta subordinación e injusticia.

Ese modelo estalló por los aires el 19 y 20 de diciembre de 2001. Nacía otro Nunca Más. Nunca Más un Estado Argentino “Malinche” “Tú hipócrita que te muestras humilde ante el extranjero, pero te vuelves soberbio con tus hermanos del pueblo”. La movilización popular, las asambleas, supieron definir que es lo que no querían. Allí se produjo un enorme vacío de Poder que la vieja dirigencia -que participó de la jibarización del Estado Argentino- supo ocupar desde el privilegio que les había conferido ser parte del festín neoliberal.

Fue Adolfo Rodríguez Saa al asumir la presidencia en diciembre de 2001 a quien le tocó perfilar la doctrina de la nueva etapa peronista, dando un vuelco teórico de 180º. A Eduardo Duhalde le tocó sacar las papas del fuego, tomar las medidas menos gratas y encarrilar transitoriamente la economía. Y a Néstor Kirchner le correspondió consolidar el modelo pos-crisis 2001. En un contexto internacional más favorable supo tomar algunas medidas que permitieron aprovechar las ventajas económicas de la etapa. Néstor que llegó con pocos votos necesitaba una base social. Una parte se la dio el PJ histórico y otra una izquierda, centro-izquierda y progresismo que deambulaba sin referencia firme. Él supo ponerse en el bolsillo a esta franja desde la política en Defensa de los Derechos Humanos, etc. En fin, en 2007 llegó Cristina y nunca supimos que alguna de las medidas que tomaron o debían tomarse durante estos 11 años, tuvieran como obstáculo la Constitución Nacional.

Dicho lo anterior, resulta de falsedad absoluta que el Estado actual y la CN, hayan sido impuestos por el Consenso de Washington. Naturalmente que a George Bush y a Bill Clinton les resultaba muy atractivo contar con una dirigencia presta y servil a realizar los deseos del amo del Norte. En aquel mundo, que había tomado la particularidad de la unipolaridad, EEUU estuvo tranquilo con los representantes locales; no desembarcó sus marines para imponer por la fuerza sus intereses y su voluntad. Los responsables de las medidas fueron los dirigentes del PJ en 1º lugar, y la  UCR en 2º lugar, pacto de Olivos mediante. Descargar la responsabilidad de aquella dirigencia en Washington es una postura hábil del relato. Si fue Washington, Néstor y Cristina no tuvieron nada que ver en el asunto. Falso. Ellos fueron parte de aquel desquicio corrupto de los 90.

Ahora ¿pueden cambiar las personas conforme van evolucionando y cambiando las circunstancias históricas? Claro que si. De hecho Cristina Kirchner fue una de las abanderadas de la privatización de una gran YPF en 1992 –mientras muchos de nosotros resistíamos- y hoy es la abanderada de la recuperación del 51% de las acciones de una YPF vaciada y más pequeña. Son dos direcciones opuestas.
Y las instituciones como el PJ ¿También pueden cambiar? Veamos. Consultado el Senador Daniel Filmus sobre la re estatización de YPF sostuvo: “Este es uno de los proyectos más importantes desde el 2003 en adelante. Sigue la secuencia que se imprimió con un modelo de desarrollo enfocado principalmente a tener autonomía económica y distribuir el producto del crecimiento. La renegociación de la deuda, el cierre de nuestra responsabilidad con el FMI, la nacionalización de las AFJP, la reforma del Banco Central y ahora la nacionalización de YPF son hitos fundamentales –también hubo otros: Aerolíneas, AySA, el Correo– hacen a los fundamentos básicos de una estructura de crecimiento y desarrollo.”  Toda esta revolución copernicana según palabras de Filmus, se reducen a reparar alguna de las medidas que en un 100% tomó el PJ en los 90. Como se ve, las instituciones pueden cambiar al igual que las personas. Incluido Carlos Menem.  
Si dejamos a un lado la historia de las personas y las instituciones; y nos remitimos a estas medidas ¿Habrá ganado Cristina el lugar que le asignó la ex aliancista Diana Conti de: Cristina Eterna? ¿Habrá ganado el derecho a un cambio en la Constitución Nacional para que pueda ser reelecta en 2015?
Personas muy allegadas al Gobierno Nacional me han dicho que este es el leitmotiv de la administración. De manera que pensar que Cristina Fernández de Kirchner no tiene interés en una nueva re-re-elección es tan infantil como cuando a alguno de sus seguidores el 1º de marzo de 2011 les dijo que “no se hagan los rulos”.

El peronismo ha resuelto mal muchas cuestiones de Estado. Pero sabe resolver muy bien las cuestiones del Poder. De manera que hurgarán todos los caminos que los puedan estabilizar en la dirección del Estado. No digo que este mal. Son mayoría y en democracia las mayorías, si transitan en el marco de un orden institucional dado, deben ser respetadas en el ejercicio del Gobierno. Digo simplemente que estemos atentos. Que no nos vendan gato por liebre. Que si van por la Reforma de la Constitución lo hacen por la re-re-elección y no por los trenes, las tormentas o el parlamentarismo alemán. Hoy no tienen los dos tercios en el Congreso. Pero andan merodeando otras bancadas para pispear su predisposición. Sino lo alcanzan en este momento, tienen el 2013. Si repiten el nivel de adhesión de 2011, avanzarán sin mayores obstáculos.

El futuro -como siempre- resulta desconocido y esta abierto a varias posibilidades. Lo cierto es que si no se construye “una alternativa de gobierno que valga la pena” el camino de Cristina, el PJ y sus aliados, estará asfaltado más allá de las limitaciones que rigen en nuestra actual Constitución Nacional. Tengámoslo presente.



(*)Secretario General del Partido Socialista Auténtico (Argentino)


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