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Mi nombre es Luis Sellán; profesor en historia y periodista vocacional. Este es un espacio pluralista,independiente y con opinión, De politica,cultura y sociedad, un lugar donde sembrar ciudadanía.Mails y comentarios a luis.betoluis.sellan@gmail.com

martes, 29 de marzo de 2011

BLOQUEO A CLARIN; OTRA MIRADA



EL CONFLICTO GREMIAL EN CLARÍN

Estridente sonó


Cuando las propaladoras del Grupo Clarín hablan de que les coartaron la libertad de expresión parecen olvidarse de que Telesur no está en la grilla de los canales de Cablevisión tal como lo fijó la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual. Tampoco está CN23. Tampoco está Paka Paka.

Las empresas del Grupo Clarín son enemigas confesas de la organización gremial de los trabajadores. En el caso de la planta donde se imprimen Clarín y Olé, entre otros medios gráficos del grupo, hubo diez delegados del gremio gráfico despedidos arbitrariamente. Cinco de ellos fueron echados en 2004 pese a los fueros gremiales que impiden su separación del trabajo. La empresa Artes Gráficas Rioplatenses (AGR) incumplió todos los fallos de la justicia laboral que ordenaba su reincorporación. En diciembre pasado, AGR despidió a otros cinco delegados gráficos. Como respuesta, durante diciembre y enero, los despedidos y sus familias se plantaron en la puerta de la planta impresora de la calle Zepita, en el barrio porteño de Barracas, e impidieron la salida de los diarios durante algunas horas. En esas tres oportunidades, los piquetes contaron con la solidaridad de diversas organizaciones sindicales y agrupaciones sociales. Pese a la negativa de la empresa a dar una solución, fue levantado el virtual bloqueo de la salida de los camiones. En enero, con la participación de la Federación Gráfica Bonaerense dirigida por Raimundo Ongaro y de delegados del Ministerio de Trabajo, AGR impidió la realización de elección de delegados gremiales en la empresa. En todas estas situaciones, los delegados del Grupo Clarín, ultrajados por la empresa, mostraron la persistencia y la valentía que se requiere al enfrentar un poder tan desigual. A su vez, la justeza de sus reclamos les permitió cosechar simpatías y apoyos diversos. La persistencia de los cesanteados, más el apoyo de la Federación Gráfica y el Ministerio de Trabajo, permitió un cambio importante: el 9 de marzo, estos trabajadores fueron reincorporados.
¿Qué pasó el sábado por la noche en la planta de Zepita? Tal como sucedió en enero, se instalaron una cantidad de familiares y compañeros de los delegados ahora reincorporados. Ellos dejaron constancia de que en esos 18 días desde su reincorporación sufrieron diversas presiones y castigos. Por ejemplo, que no los dejan hacer horas extras y que mientras desempeñan sus tareas son vigilados y seguidos por personal de seguridad (“patovicas”). A diferencia de las veces anteriores, el grupo de personas instalado en la puerta de la imprenta no permitió que salieran los camiones con los diarios. Se trataba de la edición dominical, que duplica en ventas la de los días de semana.
El vendaval que es público y notorio hizo que buena parte del establishment periodístico y la dirigencia opositora acompañara en la victimización planteada por el grupo empresario de Héctor Magnetto. Aclarada –desde el punto de vista de quien escribe estas líneas– la justeza indiscutida de los reclamos, cabe ahora preguntarse si la medida tomada guarda proporciones con el reclamo y, además, si suma a una democratización tanto de los derechos laborales como de la comunicación.

“UN PACTO CON RENDO”. Ayer a las 7:30 entrevisté en el programa Hoy más que nunca (Radio Nacional, AM 870) a Cristian Quiroz, uno de los delegados que vivieron durante años esta persecución. Le aclaré de entrada que, a mi juicio, la medida “no sumaba”, por decirlo gráficamente. Quiroz dijo que ellos habían decidido evitar que salieran los camiones motivados por el reclamo gremial y que “el tema de la libertad de expresión” no era algo que les competiera. Casi de inmediato dijo que había complicidad del sindicato (La Federación Gráfica Bonaerense; es decir, Raimundo Ongaro), el Ministerio de Trabajo (es decir, Carlos Tomada) y (Jorge) Rendo (es decir, el director de Relaciones Institucionales de Clarín). Sonaba tan desmesurada la afirmación que me corrí un poco del lugar de entrevistador para poner a consideración de Quiroz la trayectoria de Ongaro y también la de Tomada. En un tono muy sereno, reconoció la trayectoria de quien fuera secretario general de la CGT de los Argentinos y aclaró que “Carlos (Tomada) era un buen ministro”.
Unos pocos minutos después, Tomada salió al aire sin tener conocimiento de la desafortunada y temeraria afirmación de Quiroz. Tampoco, desde ya, de la pequeña enmienda final. Cuando le relaté al ministro la supuesta componenda, su tono de voz anticipaba sus palabras: “Estoy sorprendido, indignado… pero sobre todo dolido.” Aclaró que no sólo por su voluntad sino por instrucción de la presidenta, iba a hacer todo lo que estuviera a su alcance para buscar solución al conflicto.
Al rato fueron citadas las partes a una reunión en el Ministerio de Trabajo. A las 15:30 se presentaron ocho delegados de los trabajadores y también un representante legal por AGR. Por el ministerio estaba Álvaro Ruiz, subsecretario de Trabajo de la Nación, quien en su momento fue quien encabezó tanto la reincorporación de los delegados como las multas fijadas por la cartera laboral contra AGR. Es decir, alguien que, en principio, debía dar tranquilidad a las partes, particularmente a los delegados. Sin embargo, con el argumento de que no se había hecho presente el gerente general de AGR, Raúl Scialava, los delegados y su abogado dejaron constancia de que no avanzarían en la reunión, y se retiraron. Por su parte, el abogado de la empresa argumentó que Scialava estaba de viaje y que regresaría hoy. Así las cosas, el encargado del ministerio decidió fijar un cuarto intermedio y citó a las partes para mañana miércoles a las 15:30.
Este grupo de delegados, a quienes les asisten todos los derechos –y también todas las obligaciones–, no dejó asentado en el ministerio las denuncias que hizo ante la prensa respecto, por ejemplo, de la presencia de patovicas o de las molestias que les producen los directivos de la empresa para poder desarrollar sus tareas gremiales. El tema no es menor: una inspección laboral para corroborar irregularidades –en este caso de orden sindical– debe hacerse con la sorpresa del caso. Y para eso, hay pasos que son conocidos por quienes llevan adelante militancia sindical. Quien escribe estas líneas no conoce a fondo este conflicto y en consecuencia no tiene elementos para abrir juicios de valor. Pero, por la estridencia que tomó esto (es la primera vez que se impide la llegada a los canillitas de una edición de un diario, al menos desde diciembre de 1983), parece imprescindible abrir un debate que contemple no sólo la raíz original de una protesta sino la oportunidad, el estilo y los objetivos que se plantean.
Cuando las propaladoras del Grupo Clarín hablan de que les coartaron la libertad de expresión parecen olvidarse de que Telesur no está en la grilla de los canales de Cablevisión tal como lo fijó la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual. Tampoco está CN23. Tampoco está Paka Paka. Los niveles de arbitrariedad de Clarín como empresa dañan a los delegados en conflicto, pero también a los millones de abonados a su proveedora de cable. Hace algunos años que comenzó a desnudarse la forma en que hacen política y construyen poder los principales accionistas de Clarín. Parece una lucha destinada a dejar muchas enseñanzas culturales a la sociedad argentina. Sería muy bueno que quienes pelean desde dentro mismo de ese grupo tengan, a cada paso, el sentimiento de compromiso a un proceso plural y complejo. Con las diversidades de intereses, con las diversidades de puntos de vista, pero sin perder el sentido colectivo.

lunes, 28 de marzo de 2011

BLOQUEO A CLARIN


Un silencio que nos afecta a todos

La pelea entre el Gobierno y Clarín pasó ayer un límite: lo que se Compromete ahora es el sistema. El silencio -¿no lo aprendimos todavía?- no es salud, sino todo lo contrario . La “teoría Horacio Gonzalez” de prohibir a Vargas Llosa en la Feria del Libro, se supo, no fue superada sino revertida a tiempo. La visión de un futuro “nacional y popular” necesita del silencio para subsistir: del silencio de un Premio Nobel, o del de algunos periodistas, del silencio logrado por efecto de la persuasión o de la pauta publicitaria, o del piquete. Hay quienes creen observar en los cruces de poder diferencias políticas de fondo; se desvelan por saber quién maneja a quién, si Cristina a Moyano o al revés; crean entornos donde no los hay. Cristina y Moyano son socios, socios que se necesitan y que no pueden pensarse separados: sin la mafia de los medicamentos y las obras sociales no hay lavado de dinero para la campaña electoral , sin el INDEC con los ojos vendados no hay contención social ni aumentos controlados, sin jueces federales de mirada cándida no hay excarcelaciones oportunas.
Son socios: la permanencia de unos garantiza la impunidad de otros.
Curioso mimetismo: esta vez Moyano tuvo un desplante digno de la “primera Cristina”, aquella que, en su afán por agradar, hablaba de más aun aquellas pocas veces en las que se dignaba a dialogar. Cualquier sicólogo de café señalaría que su compromiso con Covelia es tal que se fue de boca sin advertirlo; amenazó al periodismo, a los jueces, a la Confederación Suiza y excluyó al G 20 sólo porque no sabe de que se trata.
Sus socios lograron contenerlo, aunque sólo un poco: recién entonces supo Moyano lo lejos que se encuentra de convertirse en Lula.
Moyano se indigestó de poder. Quienes lograron contenerlo hasta la noche del sábado en la planta de Clarín cometieron otro error al pensar que esta era una discusión de forma y no de fondo: podía llegarse al silencio de Clarín de manera menos frontal. El resultado sería el mismo: supuesto conflicto gremial de una empresa vinculada, policía que no llega, gobierno que no reprime y se nos hizo tarde para sacar el diario.
Una piolada nacional y popular de socios con cuentas en Suiza . El problema del silencio es que nunca es suficiente.
¿Habrá después de éste otros domingos? ¿Algún lunes, un viernes?¿Seguirán todas las causas cayendo en Oyarbide? ¿Comenzará una maratón de “6,7 8” en cadena? Esta es una pelea en la que todos saben lo que quieren. Alguien me preguntó, esta mañana, si yo veía a la gente preocupada por este asunto de la censura a Clarín.
Me dolió decir que no. O que quizá si, pero no a la mayoría.
Creen que esta pelea no los afecta , del mismo modo que la patota que el domingo impidió la salida de un diario debe haber creído que triunfaba. Tropezamos varias veces con la misma piedra.
Seguimos pensando que, a veces, un poco de silencio viene bien . Nuestra capacidad para inventarnos enemigos es infinita. Haríamos bien, alguna vez, en mirar al espejo en lugar de romperlo.

domingo, 27 de marzo de 2011

LA CHICA DE LOS OJOS VIOLETAS


Mientras estabamos dedicandole notas al día de la memoria en nuestro blog; una de las mayores divas que haya dado la historia del cine, Elizabeth Taylor, más conocida por todos como Liz Taylor, nos dejaba el miércoles a los 79 años de edad. Fallecía acompañada de sus hijos Christopher Wilding, Liza Todd, Maria Burton y Michael Wilding. “Su legado nunca desaparecerá”, ha declarado este último. “Mi madre era una mujer extraordinaria que vivió la vida al máximo, con gran pasión, humor y amor. Aunque su pérdida es devastadora para todos los que estábamos unidos a ella y la queríamos, siempre nos inspirará su perdurable contribución a nuestro mundo”.
Tras una larga estancia en el hospital Cedars-Sinai de Los Ángeles, ingresada desde hacía dos meses, su frágil corazón dejaba de latir. Y es que esa fuerza que derrochó siempre en la gran pantalla contrasta con las numerosas enfermedades a las que tuvo que enfrentarse en vida. Intervenida quirúrgicamente en más de 20 ocasiones, sufría diabetes desde hacía años e iba en silla de ruedas a causa de la osteoporosis que padecía. Elizabeth Taylor se ha ido físicamente. Su cuerpo ha dicho basta, pero siempre estará presente en la memoria colectiva de los buenos amantes del cine, entre los que estamos todos los que hacemos está página web.
Elizabeth Taylor, cuyo nombre completo era Elizabeth Rosemond Taylor, fue hija de emigrantes estadounidenses en el Reino Unido, con los que regresó a América poco antes de la Segunda Guerra Mundial, en 1939. Su padre, que era marchante de arte, había abierto una galería en la capital británica y su madre, también actriz, se retiró tras su nacimiento. El destino quiso que los Taylor se establecieran finalmente en los Ángeles.
Elizabeth Taylor siempre dijo que ella nunca quiso ser una estrella de cine.Aquella meta profesional le fue impuesta en cierto modo por su madre, que siempre se empeñó en que realizara una carrera como actriz. Consiguió eso y mucho más; la historia del cine no nos ha brindado muchas actrices como ella. Un amigo de la familia se percató de su innegable belleza y decidió presentar una prueba de cámara a la Universal. Así debutaría con el cortometraje ‘There’s one born every minute’ (1942), antes de que la productora la dejara ir y fichara por Metro Goldwyn Mayer, que la llevaría al estrellato.
Con once años participó en dos películas. En ‘Alma rebelde’ (1943), una adaptación de la célebre novela de Charlotte Brontë, interpretaba a una niña llena de vitalidad acompañada de un reparto de auténtico lujo encabezado por Joan Fontaine y Orson Welles. En ‘La cadena invisible’(1943), película que supone la primera aparición de la Lassie en la pantalla, Taylor estuvo acompañada de otra estrella infantil de la época, Roddy McDowall. La película obtendría el Oscar a la mejor fotografía.
‘Fuego de juventud’ (1944), en la que también estaba Mickey Rooney, le cambiaría la vida radicalmente. MGM modificó sustancialmente sus condiciones laborales y su contrato pasaría a ser de larga duración, elevándola a la categoría de estrella. Aquí otro animal es también el protagonista, un caballo de carreras. Mike Taylor (Mickey Rooney) es un aventurero oportunista, que llega por azar a la casa de una familia inglesa, cuya hija menor, Velvet Brown (Elizabeth Taylor), que tiene una pasión incontrolable por los caballos, gana un hermoso ejemplar jugando a la lotería. Entonces la convence para llevar el caballo al Grand National, la carrera más importante de Inglaterra.
En los años venideros, Elizabeth Taylor no pararía de trabajar, alcanzando el estatus de estrella con películas como ‘El coraje de Lassie’ (1946), ‘Recursos de mujer’ (1947), ‘Mujercitas’ (1949), ‘El padre de la novia’ (1950) y su secuela ‘El padre es abuelo’ (1951). Una vez en la cima del éxito, contaron con ella para títulos tan sonados como ‘Un lugar en el sol’ (1951), en cuyo rodaje conocería a uno de sus mejores amigos, Montgomery Clift, ‘Quo vadis’ (1951), ‘Ivanhoe’ (1952), en la que enamoraba a su propio hermano, el actor Robert Taylor, ‘La senda de los elefantes’(1954), ‘El árbitro de la elegancia’ (1954) y ‘La última vez que vi París’ (1954), que rodó con 22 años. En 1956 compartiría cartel con James Dean en ‘Gigante’, película de infausto recuerdo por ser la última del actor, que moriría en un accidente de tráfico. Precisamente, ahora han salido a la luz pública unas impactantes declaraciones que hizo la actriz en una entrevista hace catorce años sobre su gran amigo James Dean.“Cuando Jimmy tenía 11 años y su madre murió, comenzó a sufrir abusos por parte del pastor de su iglesia. Creo que aquello le persiguió durante el resto de su vida. De hecho, sé que fue así”. El contenido de la entrevista no había sido desvelado hasta ahora por un pacto con el periodista.
Elizabeth Taylos consiguió su primera nominación al Oscar por su papel en la película ‘El árbol de la vida’, de 1957. Además, pudo presumir de haber sido nominada los siguientes tres años por ‘La gata sobre el tejado de Cinc’ (1958), ‘De repente el último verano’ (1959) y ‘Una mujer marcada’ (1960), interpretación que le valió su primera estatuilla. Ostenta el récord de cuatro nominaciones en años consecutivos, como el actor Marlon Brando.
No volvería a trabajar hasta pasados tres años, pero volvió encarnando, nada más y nada menos, que a la mismísima Cleopatra.Fue la película más cara de la historia por aquel entonces, con unos decorados de una belleza majestuosa y con un rodaje de lo más ajetreado, por el que la actriz llegó a cobrar un millón de dólares (la primera estrella de Hollywood en embolsarse tal suma de dinero). Durante el rodaje, conoció a Richard Burton, el gran amor de su vida junto con Mike Todd. Ambos, Elizabeth y Richard, coincidirían hasta en un total de once películas:‘Cleopatra’ (1963), ‘Hotel Internacional’ (1963),‘Castillos en la arena’ (1965), ‘¿Quién teme a Virginia Wolf?’ (1966), ‘La mujer indomable’(1966), ‘Doctor Fausto’ (1967), ‘Los comediantes’(1967), ‘La mujer maldita’ (1968), ‘Bajo el bosque lácteo’ (1972), ‘Pacto con el diablo’ (1972), por la que ganó el Oso de Plata a la mejor actriz en el Festival de Berlín.
Mención especial merece su magistral interpretación en ‘¿Quién teme a Virginia Wolf?’, por la que recibiría una segunda estatuilla, a la postre la última de su carrera. En ella se escenificaba un tormentoso matrimonio junto a su entonces esposo, Richard Burton, y algunos llegaron a asegurar que sólo era una traslación al cine de la tumultuosa relación que ambos mantenían.
A mediados de los 70, su carrera en el cine tocaba ya a su fin, a la vez que se centraba más en películas para la televisión y comenzaba su interés por las labores sociales. En la década de los 90, se dobló a sí misma y puso voz a Maggie Simpson en un capítulo de Los Simpson. Su última aparición en el cine sería ‘Los picapiedra’ (1994), donde interpretaba a la madre de Pedro Picapiedra. Intervino también en series como en ‘Esas chicas fabulosas’ (2001).
Una agitada vida sentimental
Su primer matrimonio se produjo cuando ella tan sólo tenía 18 años y fue con el fundador de la cadena de hoteles Hilton, Conrad Nicholas Hilton, del que se divorciaría diez meses después. Tras este matrimonio fallido, Taylor volvió a enamorarse y contrajo nupcias con Michael Wilding, en 1952. La pareja tuvo dos hijos, Christopher y Michael Jr, antes de separarse en 1957. Siendo madre, la actriz se casó una vez más, esta vez con el productor de Hollywood, Mike Todd, quien fallecería en un accidente aéreo un año después y con quien Elizabeth tuvo a su tercer hija, Frances Elizabeth. Les separaba una gran diferencia de edad, Elizabeth tenía 23 años y Mike Todd 47.
No pasó mucho tiempo antes de que Liz se enamorara de nuevo, esta vez de un cantante, Eddie Fisher. Eddie estaba casado por aquel entonces con la mejor amiga de Liz Taylor, Debbie Reynolds, algo que no le importó demasiado cuando comenzó un romance con Eddie, que acabó en boda, a pesar del escándalo que supuso este noviazgo. Debbie Reynolds llegó a decir que “sólo era porque Mike Todd había muerto, y Eddie era su mejor amigo, y ella pensó que debería estar con él para poder hablar de Mike Todd todo el tiempo”. Al parecer, Carrie Fisher (la princesa Leia, para entendernos), nunca le guardó rencor a Elizabeth Taylor por acabar con el matrimonio de sus padres: “Si mi padre tenía que dejar a mi madre por otra mujer, estoy muy agradecida de que fuera Elizabeth”.
La unión duró cerca de media década, pero tocó a su fin cuando ella conoció al hombre con el que se casaría dos veces, el actor Richard Burton, con el que coincidió en el rodaje de ‘Cleopatra’ en 1963. Aunque ambos estaban casados, nada pudo interponerse entre ellos. En su momento, formaron la pareja con más glamour del panorama cinematográfico a nivel mundial, aunque fue una relación de idas y venidas. Adoptaron una hija, María Burton, pero acabaron divorciándose en 1974 y volviéndose a casar en 1975, una unión que volvió a terminar en divorcio once meses después, en 1976. Pero aún tendría ganas para vivir otros dos matrimonios más, que corrieron la misma suerte que los anteriores. Taylor contrajo matrimonio con el congresista John Warner en 1976 y unos años después el amor volvería a romperse. Su siguiente matrimonio fue con un trabajador de la construcción, Larry Fortensky, a quien conoció en 1991 y con quien mantuvo una relación de cinco años. Se ha llegado a decir de ella que tenía que formalizar toda relación que tuviese. En total, ocho matrimonios con siete hombres diferentes.
Su labor humanitaria
Durante los 70 su carrera cayó en picado y la actriz fue alejándose paulatinamente del cine para dedicarse a causas sociales, como la lucha contra el SIDA. Tras conocer la noticia de su fallecimiento, Barbra Streisand pronunció las siguientes palabras: “es el fin de una era, no sólo porque fuera una gran estrella, sino por su humanitarismo. Puso una cara a la lucha contra el Sida. Fue divertida y generosa”. Elizabeth Taylor realizó un apoyo activo a las campañas del SIDA desde mediados de los 80, una época donde la enfermedad era aún un tabú para muchos. Las organizaciones supieron elogiar su trabajo, siempre altruista en este campo e impulsado por la muerte en 1985 de su amigo Rock Hudson. Estuvo al frente de numerosas campañas de recaudación de fondos contra la enfermedad, motivo por el que recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1992 y el título de Dama del Imperio Británico por la Reina de Inglaterra en el 2000.
También es conocida su profunda amistad con Michael Jackson. Fue ella quien lo llamó, por primera vez, ‘El Rey del Pop’, durante una entrega de premios. Michael le dedicó la canción del álbum ‘Bad’‘Liberian Girl’, y escribió una canción para el cumpleaños de la actriz en 1997 titulada ‘Elizabeth I love You’. La actriz estuvo siempre al lado del cantante en los momentos más duros, cuando fue acusado de abusar de menores en su rancho de Neverland, en California.

IGLESÍA Y DICTADURA


Piedra libre para Zanchetta


Reapareció en San Martín a principios de mes y ya fue escrachado. En 2009, el Ministerio de Defensa le ordenó a la Armada que lo pasara a retiro y desde entonces fue acogido por Bergoglio. Página/12 lo había identificado ese año en San Pedro Telmo.




 Por Nora Veiras (PÁGINA/12)
“La mentira y el engaño son las aras del demonio”, suele repetir el presbítero Angel Zanchetta en sus homilías. La advertencia a sus feligreses resuena como una confesión de parte: Zanchetta es uno de los capellanes de la Armada denunciado por aliviar la conciencia de los pilotos de los vuelos de la muerte. Entre el ’75 y el ’77 actuó en la ESMA y ese trabajo le garantizó los vínculos que lo siguen manteniendo a flote. En 2009, el Ministerio de Defensa le ordenó a la Armada que lo pasara a retiro. Lejos de quedar a la deriva, el cardenal Jorge Bergoglio lo acogió en su diócesis. Página/12 lo identificó en la Iglesia San Pedro Telmo y, de inmediato, le buscaron nuevos destinos. A principios de mes reapareció en la parroquia María Inmaculada de San Martín, pero el secreto no duro mucho; un escrache de la Juventud Peronista Evita expuso ante los fieles la historia del pastor (ver aparte).
Después de que la Armada lo pasara a retiro, Zanchetta soportaba con su mirada helada, su porte discreto y su voz suave cada vez más preguntas incómodas en las parroquias porteñas. Bergoglio lo trasladó de San Pedro Telmo apenas apareció en la primera plana de este diario. El Golfo de Génova lo cobijó en Italia por unos meses, hasta que a mediados del año pasado volvieron a buscarle destino. Los jerarcas de la Iglesia pensaron, quizá, que sacándolo de la comuna el confesor de los pilotos de los vuelos de la muerte recuperaría tranquilidad. No fue así: en julio del año pasado reapareció en la parroquia Nuestra Señora de la Merced de Caseros, la principal de Tres de Febrero. Lo reconocieron y el obispo Guillermo Rodríguez Melgarejo pretendió nombrarlo entonces en la Sagrada Familia. Las protestas de familiares de ex detenidos-desaparecidos lo obligaron a rever la designación. Esa iglesia está a pocas cuadras del Colegio Militar y cercana a la Brigada Aérea de Palomar, lugar desde el que partían vuelos para arrojar prisioneros vivos al mar. Vecinos, junto con integrantes del partido Nuevo Encuentro, van a gestionar ante el partido de Tres de Febrero la declaración de “persona no grata” del sacerdote.
Por orden del cardenal, Rodríguez Melgarejo le buscó otro lugar dentro de su diócesis. Zanchetta asumió el 6 de marzo pasado como administrador de la parroquia María Inmaculada de San Martín, el 14 se presentó a la feligresía. Apenas una semana después, una volanteada de la JP Evita le volvió a recordar su pasado, que es presente eterno. “Como a los nazis les va a pasar/ a donde vayan los iremos a buscar”, gritaban los militantes. Al presbítero se le acortan los tiempos: ya no son meses sino apenas días los que necesitan los fieles para detectarlo y reclamar que la jerarquía eclesiástica no siga ofendiendo la memoria colectiva.

Los méritos

En El vuelo, el libro de Horacio Verbitsky que reproduce la confesión del ex capitán Adolfo Scilingo, el marino cuenta que después del primer vuelo en el que arrojó al mar prisioneros vivos, adormecidos, se sintió mal y fue a hablar con el capellán que “le encontró una explicación cristiana al tema. No sé si me reconfortó, pero por lo menos me hizo sentir mejor”, recordó.
–¿Cuál fue la explicación cristina?
–No me acuerdo bien, pero me hablaba de que era una muerte cristiana, porque no sufrían, porque no era traumática, que había que eliminarlos, que la guerra era la guerra, que incluso en la Biblia está prevista la eliminación del yuyo del trigal. Me dio cierto apoyo.
El testimonio de Graciela Daleo, una de las sobrevivientes de la ESMA, abunda en esa comunión de religión y milicia. Mientras le aplicaban descargas eléctricas, “yo rezaba Avemarías a los gritos y eso los enfurecía. Pernías tenía al cuello un crucifijo y una medalla de la Virgen Milagrosa”. Antonio Pernías fue uno de los primeros oficiales de la Armada que admitió ante el Senado que había torturado. La reapertura de los juicios por delitos de lesa humanidad convirtió a Pernías en uno de los presos de Marcos Paz.
Con poco más de 30 años, Zanchetta era uno de los sacerdotes adiestrados para defender la “civilización occidental y cristiana”. Los métodos eran lo de menos, apenas medios consagrados al fin supremo.
En la estructura del obispado castrense, la misión de Zanchetta fue bien recompensada. A partir de la recuperación democrática se desempeñó como jefe del Servicio Religioso del Comando de Operaciones Navales de la Base de Puerto Belgrano y ocupó hasta diciembre del 2004 el cargo de canciller y secretario general del obispado castrense. En el 2007, el entonces arzobispo Antonio Baseotto lo envió a Haití para asistir a las tropas argentinas que integran la Misión de Paz de la ONU. Por entonces ya había estallado el conflicto con el ex presidente Néstor Kirchner, que desconoció a Baseotto como obispo luego de que éste propusiera tirar al mar al ministro de Salud, Ginés González García, por pronunciarse a favor de la despenalización del aborto.
Como los antecedentes podían jugarle una mala pasada a Zanchetta, en 1981 sus superiores lo habían sacado de la órbita de la Armada y lo pasaron a Ejército. En 1984, en democracia, lo devolvieron a jurisdicción de la Marina. La Iglesia oculta esos pases y niega así la presencia de Zanchetta en la ESMA.
Cuando el presbítero Pedro Candia, a cargo del obispado castrense, informó en julio del 2008 a la Armada que Zanchetta cesaba en su tarea pastoral, el cardenal Bergoglio lo sumó a la diócesis metropolitana. El obispo Oscar Ojea lo destinó a principios de 2009 como vicario a la iglesia San Pedro González Telmo, de Humberto Primo al 300. Su llegada provocó algunas preguntas incómodas para el párroco Ernesto Salvia sobre los antecedentes del cura que lo asistiría. A mediados de ese año este diario reveló que a pesar de la orden de Defensa de pasar a retiro a los capellanes que hubieran estado durante la dictadura, la Armada lo conservaba a Zanchetta como capitán de fragata en disponibilidad con un sueldo de 5000 pesos. La información provocó una nueva orden de la entonces ministra Nilda Garré al jefe de la Marina, Jorge Godoy, para que cesara en sus funciones al capellán. La resolución adjuntaba el legajo oficial que daba cuenta del paso de Zanchetta por la ESMA transformada en centro clandestino de detención. Los lazos de complicidad entre oficiales y sacerdotes en actividad desde la dictadura alimentan más de una sospecha: en el Edificio Libertad algunos memoriosos aseguran que Godoy desde su cargo de secretario de Relaciones Institucionales de la fuerza había viajado a México para brindarle apoyo económico a Ricardo Miguel Cavallo, el oficial de la ESMA detenido en ese país en 2000 por orden del juez español Baltasar Garzón, extraditado a Madrid en 2003 y desde 2007 preso y juzgado en la Argentina.
La agrupación Hijos se presentó ante el juez federal Sergio Torres para solicitar que le pidiera a la Iglesia y a Defensa todos los antecedentes de Zanchetta y lo citara a declarar. Junto al capellán Luis Antonio Manceñido son los dos curas señalados como los confesores de los oficiales que piloteaban los vuelos y fueron reconocidos también por secuestrados en la ESMA.

Formador

Antes de partir a Haití, Zanchetta combinaba su prédica castrense con la civil. Con la bendición del párroco Alejandro Puiggari, recaló entonces como segundo sacerdote en Nuestra Señora del Rosario del barrio de Palermo. Algunos creyentes recuerdan sus palabras desde el púlpito instando a votar por Mauricio Macri frente a Aníbal Ibarra y el aval elogioso a George W. Bush por “la defensa de la vida”. Puiggari es el encargado de Catequesis de la Arquidiócesis de Buenos Aires y el director de la Junta Nacional de Catequesis, por él pasa toda la enseñanza del país. El tiempo que estuvo en San Pedro Telmo lo ocupó en el asesoramiento espiritual del grupo scout. En su paso por el conurbano, la Iglesia insiste en reciclarlo para la formación de las nuevas generaciones.
Bergoglio le sigue buscando destino a Zanchetta. Quizá la confesión en los estrados judiciales le permita encontrar su lugar.

jueves, 24 de marzo de 2011

DESDE EL MIRADOR: A 35 AÑOS DEL 76

POR LUIS SELLÁN


GOLPEADOS PERO VIVOS


Este título no me pertenece, es de Eduardo Aliverti, que así titulo una editorial de Pagina 12 hace un tiempo atrás. Pero sin embargo sirve como disparador para analizar estos 35 años de comienzo de la última dictadura militar, y ver desde este mirador que nos ha pasado a los argentinos tras estos años, los siete de dictadura y los 28 de democracia.

Recuerdo el comienzo de la dictadura, estábamos en el primer año del industrial; el viejo, el de paredes de madera allá en el bajo; ERSA pasó a llamarse moral y cívica, el pelo había que cortarlo media romana, y un vicedirector nos recordaba que nos podía pasar si no estábamos en línea con los tiempos, que le había pasado a los chicos malos de los 70. Nos acostumbramos a las cesantías sin explicación de profesores y regentes (la querida yaya), a quien tanto miedo le teníamos nosotros y luego por suerte la conocimos desde su calidez y su bonhomía como profesora de historia de Roma en el profesorado.

Recuerdo aquella noche de febrero del 77, con la barra de amigos del barrio viendo a unos vecinos llorar porque su hijo Gino no volvía de la prefectura de zarate donde estaba haciendo el servicio militar, obvio nunca regresó y aun hay una mirada de tristeza que se pierde en el bajo y lo busca eternamente.
Así crecimos, con el cuidado de mamá; “fíjate con quien hablas, “si te paran en la calle los militares deci; señor”, “¿llevas los documentos?”, etc, etc; el terror estaba instalado, el único demonio había instalado el verdadero terrorismo, el del estado. El del miedo constante, el de la culpa de “por algo se lo llevaron”, por suerte hubo gente que nos iba despertando de a poco, algún profesor, ya más grande en el nacional, el cura del bajo que se animaba a dar misas por los desaparecidos y en casa; donde se tenía miedo; pero jamás se justificó a los asesinos, las lecturas a escondidas, esos discos viejos que nos hacían reflexionar, mis amigos Julio y Sergio quienes un día me permitieron estar en su revista Visión Joven donde hicimos un reportaje a Pérez Esquivel, la revista Humor que compraban mi viejo y mi hermana, así crecimos, con terror pero con la cabeza levantada. Guerra de Malvinas mediante; el fin de la dictadura; que gracias al asma no fui, pero que significó la última miserabilidad del régimen

GOLPEADOS
Así llegó la democracia, como tantos otros jóvenes apostamos a los partidos políticos, y me enloquecí con el discurso potente y humanista de Raúl Alfonsín: "Cien años de democracia”, el preámbulo de la constitución convertido en rezo laico y republicano. La democracia debía ser: derechos humanos, justicia, libertad, paz, pero también comida salud y educación.
Hoy si miramos atentamente desde este mirador veremos que estamos realmente golpeados, la democracia tiene más deudas que gratitudes, los partidos que ayer fueron y no están, la política parece ser una actividad para lograr un conchabo o un crecimiento personal, y los verdaderamente pobres depender del clientelismo que los domina y empobrece aun más.
Alfonsín juzgó a los militares genocidas, por lo menos a las primeras tres juntas y algunos personajes cercanos, un hecho inédito casi en el mundo, pero luego vinieron las leyes de impunidad que con el indulto menemista generaron más golpes a la credibilidad de los argentinos, credibilidad que hizo crisis terminal en el 2001. ¿Pero saben que?, y esto es lo que nos permite decir con alegría y emoción que estamos vivos, en otras épocas hubieran vuelto las “botas salvadoras”, esta vez fue el pueblo el que volteo a un gobierno pusilánime, tan pusilánime con el de Isabel Perón; a quien derrocaron Videla y sus secuaces; pusilánime e iniciador del terrorismo de estado a partir de la creación de la terrorífica Triple A, de la mano de López Rega y apañada por el propio Perón.
Hoy con un gobierno que empezó reivindicando los derechos humanos; hecho que está bien y aplaudimos; vivimos consientes que quedamos golpeados y desesperanzados pero conscientes que estamos vivos, que es importante el discurso oficial de los derechos humanos; y la acciones concretas que se han realizado; pero que eso se cae cuando se reprime a los docentes en Santa Cruz, a los trabajadores que no son K, con Julio Jorge López aun desaparecido, con la muerte impune de Mariano Ferreyra, que mancha de sangre a lo peor de la burocracia sindical aliada necesaria de este gobierno. Y también se cae cuando no se atienden las necesidades fundamentales de los ciudadanos.
Los argentinos hemos aprendido; excepto algunos dinosaurios obscenos; que siempre será preferible el peor de los gobiernos democráticos que la mejor de las dictaduras, y el trabajo de construir un país que  merezca ser vivido depende de todos nosotros, para: "AFIANZAR LA JUSTICIA, PROMOVER LA PAZ INTERIOR, GARANTIZAR EL BIENESTAR GENERAL, PARA NOSOTROS, PARA NUESTROS HIJOS Y TODOS LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD QUE QUIERAN HABITAR EL TERRITORIO ARGENTINO”.