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Zárate, Buenos Aires, Argentina
Mi nombre es Luis Sellán; profesor en historia y periodista vocacional. Este es un espacio pluralista,independiente y con opinión, De politica,cultura y sociedad, un lugar donde sembrar ciudadanía.Mails y comentarios a luis.betoluis.sellan@gmail.com

sábado, 19 de diciembre de 2015

UN CUENTO MIO: LLEGADA TARDE(*)



 POR: LUIS SELLÁN


Otra vez me quedé dormido y llegaré tarde al colegio, y otra vez me encontraré con la cara de la Bernárdez cerrándome la puerta en la cara y pidiendo el cuaderno de comunicaciones para poner la media falta. Así que salgo tratando de no hacer ruido en casa y empiezo a caminar por la avenida, esta empieza a tomar el color, los olores y el sonido de todas las mañanas, en el otoño estas son frescas, los colores ocres y amarillos se conjugan con el sonido crocante de las hojas secas en la vereda ante mis pisadas, pero confundiéndose penosamente con el ruido de los autos.

 Antes de doblar la esquina y tomar la calle de la escuela, pienso en las materias del día, primero tenemos historia con la “acuarela” Rodríguez, le decimos así porque mientras nos explica las causas de la revolución de mayo se maquilla delante de nosotros pintándose los labios poniéndose colorete en las mejillas, rímel en las pestañas, peinándose. Yo la entiendo pobre, se debe quedar dormida también. Luego en las últimas horas tenemos física con la petisa Tupone, a quien le decimos obviamente la putone. Camino unos metros por la calle que debería ser la del colegio y de repente noto que estoy haciéndolo por un lugar desconocido. A esa altura debería estar escuchando el gong del reloj de la municipalidad, sin embargo las calles de la ciudad se han convertido en un inmenso y pestilente lodazal, los carruajes pasan al lado mío teniéndome que correr porque me pueden llegar a aplastar llenándome de barro y de mierda, el olor a vísceras de animales muertos me produce repugnancia, a pesar del miedo y del asco que la situación me provoca llego a la plaza mayor, allí una manifestación de hombres y unas pocas mujeres parece iniciarse, todos pugnan por entra al edificio que se erige sobre una recova. Los hombres pelean  por entrar al mismo, algunos parecen tener un permiso especial, una invitación para  hacerlo, sin embargo otros son detenidos por una especie de piqueteros que al primer disturbio sacuden a machetazos a los que intentan entrar sin permiso-“esta es una revolución carajo”-, dicen algunos de los piqueteros, yo increíblemente me cuelo por un resquicio que me permite la multitud y aunque creo que en verdad no me ven, ingreso al edificio. Allí en un salón grande unos hombres con levita discuten pasionalmente sobre el futuro, la revolución y la patria. Un obispo dice que oponerse a España es como hacerlo contra la santa madre iglesia. El gentío que sigue entrando sin orden me empuja hacia otro salón, allí encuentro un pasadizo que me devuelve al exterior, ahí otros hombres: negros, gauchos, indios parecen no entender-o quizás entienden demasiado- lo que está pasando del otro lado, siguen enfrascados en su pobreza de hombres miserables y excluidos, comiendo ratas y conviviendo con la inmundicia. El olor sí es el mismo del otro lado, las calles son pestilentes, ruinosas, la ciudad parece terminar allí en la plaza mayor y en el puerto lleno de mercancías que se disputan comerciantes ingleses y porteños, lo demás es pura desolación, parece poco creíble que allí vaya a suceder algo importante, que ahí se esté pergeñando una revolución, el nacimiento de una patria.
A lo lejos veo un túnel, por curiosidad aunque con mucho miedo me voy hacia él, empiezo mi camino por el mismo y me vienen imágenes que alguna vez vi o sobre las cuales me contaron, mientras un repugnante olor a sangre derramada acompaña mi viaje de una inmensa soledad.
Por suerte el túnel llega a su fin, una luz me encandila al principio pero cuando recompongo mi visión,  salgo a la plaza, a la plaza que está enfrente de mí escuela, miro el reloj de la municipalidad que marca las ocho menos veinte, apuro el paso sabiendo que ya llego tarde e ingreso al colegio. Llego hasta el aula y ahí está Verónica, la preceptora, que me recibe y me agradece mi presencia con  una sonrisa de alivio cómplice. Me quedo parado esperando que alguien se dé cuenta que yo estoy ahí, la pequeña María Claudia es la primera  que se aviva y me dice:
-Hola, profe-, mientras se sientan en sus bancos les digo:
-Disculpen la tardanza-...Pensando para mí: Otra vez me quedé dormido.

 (*)Este cuento fue seleccionado por Editorial Dunken, dentro del programa ROI(REGISTRO DE OBRAS INÉDITAS) y compilado, junto con otros 82 relatos por la escritora Florencia Estevez, bajo el titulo: "Lo que quieras decir".

lunes, 7 de diciembre de 2015

CINE: DOS DÍAS Y UNA NOCHE

 Por:LUIS SELLÁN

Sandra, una mujer que acaba de salir de una depresión se ve ante la encrucijada de pedirle a sus compañeros que renuncien a un bono extra de 1000 Euros, así ella puede conservar su trabajo.A partir de su desesperado derrotero, durante un fin de semana, subyacen las más diversas expresiones de la condición humana, donde se conjugan: el egoismo, la solidaridad-o falta de ella- la extorsión en el el mundo del trabajo, y la lucha por sobrevivir en la sociedad capitalista posmoderna, con un final digno de reflexión.Muy buena.
Escrita y dirigida por los Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne. Los actores son Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Catherine Salée, Olivier Gourmet, Christelle Cornil.  
Fecha de estreno: 21 de mayo de 2014 (Francia)


LUIS SELLÁN

viernes, 27 de noviembre de 2015

Desde el Mirador: "PAZ Y ADMINISTRACIÓN"



POR: LUIS SELLÁN
 
Negros asustados

PRESIDENTE MACRI



GRAL ROCA EN CARAS Y CARETAS

Al final ganó la derecha, si la derecha por primera vez en la historia llega a través de elecciones libres y ganándole al peronismo en un histórico ballotage. Durante su historia y con los distintos tamaños y pelajes que supo tener, había accedido al poder mediante los fraudes, de la época conservadora, y los trágicos golpes de estado que nos agobiaron durante cincuenta años del siglo veinte. Habría que agregar, no es un dato menor, además, que llegó de la mano del peronismo durante la década menemista, cuando la UCEDE-el partido de Alsogaray- desembarcó en el gobierno que aplicó las políticas neoliberales más terroríficas que ni la dictadura se animó a realizar y, que provocaron las traumáticas secuelas (económicas, sociales y culturales) que hoy todavía nos cuestan superar.
   La nueva derecha argentina, que hoy se alza victoriosa, es el PRO del empresario- ahora presidente electo- Mauricio Macri. Una fuerza que surge tras la crisis del 2001 y que desde la base sustentada en la ciudad autónoma de Buenos Aires, donde es gobierno desde el 2007, se presenta ante la sociedad como garantía del CAMBIO, en este caso teniendo a un radicalismo degradado política e ideológicamente-conjuntamente con el  Republicanismo bobo pregonado por Elisa Carrió- como principales aliados y que le ha garantizado la territorialidad que el PRO no tenía y que la UCR siempre mantuvo intacta a pesar de todo, fundamentalmente en la Provincia de Buenos Aires. Un factor que fue decisivo para el sorpresivo triunfo de María Eugenia Vidal como gobernadora del principal distrito del país.
Podríamos decir que: CAMBIEMOS, es la expresión actual de aquél lema positivista de la generación del 80: “Paz y Administración”. El mismo fue el lema  que utilizó Julio Argentino Roca-el personaje histórico preferido de Mauricio Macri-y que terminó de fundar el estado argentino moderno. Paz y Administración: Significaba un país sin conflictos internos, ya durante el periodo de las denominadas presidencias fundacionales (Mitre-Sarmiento y Avellaneda) se había hecho el “trabajos sucio” de culminar con cualquier vestigio de caudillismo federal (Chacho Peñaloza-López Jordán)-“No ahorre sangre de gaucho asesino”, recomendó Sarmiento a Mitre-. Y por supuesto la genocida campaña del desierto liderada por el propio Roca, con el objetivo de ganar más tierras satisfaciendo las demandas de la oligarquía terrateniente. Además, significaba un país alineado externamente y organizado internamente de tal modo que sirviera para satisfacer las demandas del mercado mundial, donde la Argentina como país agroexportador, ingresa indefectiblemente. Paz y administración es una adaptación del lema positivista de “orden y Progreso”, que reza la bandera brasileña y que gobernará las ideas y los hechos de la Argentina conservadora.
El macrismo, vendría a ser una versión aggiornada y posmoderna de aquella idea positivista. Con globos amarillos, bailes y expresiones de buena onda, con el “mago sin dientes”, el Midachi y el colorado Mac Allister, y el mensaje repetido de: “basta de odios y divisiones”, “basta de peleas”, “Terminar con la brecha entre los argentinos”. Promete una “revolución de la alegría”, que vendría a ser la crema que decora una torta más pesada y conservadora. Con sólo fijarse en el gabinete designado por el presidente electo, uno puede observar que tiene en el mismo a auténticos representantes de intereses económicos bien definidos. Repitiendo la fórmula de la generación del 80, donde los ministros eran representantes de la oligarquía terrateniente, que luego repitieron los presidentes de la década infame y el peronista Menem que en economía sorprendió a todos poniendo a un representante de la Bunge y Born. Macri, tampoco quiere lio, por eso pregona la revolución de la alegría, pero cuidado con el que intente dar una mueca de insatisfacción.
Pero es justo decirlo que el macrismo no ha salido por generación espontánea, viene corriendo a paso firme desde atrás y con mucha paciencia. Es soberbio y desmesurado pensar que es solo un producto mediático-como quiere hacernos creer el Kirchnerismo a través de sus representantes-, es mucho más que eso, es la restauración de un poder conservador muy fuerte y que llega con legitimidad de poder democrático. Dependerá del grado de inteligencia de Macri para ver como empieza y como puede llegar a culminar: Macri tiene el gran desafío de ser un conservador lúcido  y darse cuenta de las cosas que puede cambiar, de las que no debe cambiar y fundamentalmente darse cuenta de la diferencia entre ambas cosas. El tiempo dirá que será de este gobierno, que más allá de su identificación ideológica, ha generado esperanzas en una sociedad harta en una forma de hacer política, de un Kirchnerismo que se perdió la oportunidad de gobernar para todos y solamente, con una perversa lógica setentista (esto merece una nota aparte), gobernó para su propio ombligo. El gobierno saliente, que no pudo presentar a la sociedad un candidato de una izquierda republicana, fue el gran hacedor del resultado electoral del pasado domingo. Probablemente el macrismo sea un vomito de la sociedad, pero es así, cuando uno está descompuesto, lo mejor es vomitar.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Desde el Mirador: UN SUEÑO

  Por Luis Sellán
 Anoche tuve un sueño, no sé bien quien ganó el ballotage en mi sueño. Aparentemente era un “conservador lúcido”, no sé si era un conservador que siempre lo había sido u otro que también siéndolo, por mera conveniencia había apoyado a un gobierno populista con discurso de centro-izquierda. El sueño era no después de la elección, sino días después de asumir. Veía un presidente con muchos problemas pero que tenía la capacidad de darse cuenta que no lo podía hacer sólo. Sabía lo que debía cambiar, lo que no podía cambiar y lo más importante, se había dado cuenta de la diferencia entre ambas cosas. El tipo, parece, había entendido que debía dialogar, que tenía la responsabilidad de ser el presidente que construyera, al fin, una democracia real, con diálogo, con justicia, con igualdad de oportunidades. Se sentó ese 11 de diciembre en el sillón de la calle Balcarce y pensó, una vez que habían pasado los cortos festejos- cada vez son más cortos los festejos-, recordando al primer presidente de esta democracia. Quien recitaba el preámbulo porque era lo único que podíamos rescatar, lo único por lo que valía la pena luchar, por lo único que se podía soñar. Y recordó tres frases: “Garantizar la igualdad, garantizar la justicia, garantizar la libertad”. “A la mierda”, parece no tan difícil, pensó: Dándose cuenta que ese era el camino y empezó a conversar, con los trabajadores, con los empresarios, con todos los periodistas a quiénes les exigió que lo siguieran con marca severa: “no me dejen pasar una”. Habló con todos los políticos. El primero al cual convocó fue a quien había derrotado en el ballotage, luego con la derecha, luego con el centro y más tarde con la izquierda, y lo más loco de todo es que hasta la izquierda se sentó a conversar con ese presidente. Seguramente íbamos a seguir teniendo muchas diferencias, la democracia es eso, el conjunto de diferencias que nos igualan, lo que nos permite crecer como nación, como pueblo, pero buscando las coincidencias, porque al fin y al cabo, debemos tener principios comunes, tenemos que tenerlos, ¡carajo!.
Y de a poco, a medida que el sueño iba avanzando, nacía un nuevo país: Sin “negros de mierda”, sin colonizados, sin “clase media de mierda”, sin periodistas militantes y sin periodistas serviles al poder de la guita, solamente periodistas, sin mentiras ni verdades absolutas, con discusión, con apasionados debates, con conflictos, pero sin brechas absurdas. Un país con la “unión de los que aún estamos vivos”.
Me desperté temprano, pensando en mi sueño, que por ahora fue solo eso, pero no me pude volver a dormir. Pensé que quizás ese sueño podía ser posible, no tanto por la voluntad de un presidente- que es efímero- sino con la militancia cotidiana de cada uno de nosotros por un país cada vez más justo, sin miedos, sin rencores, sin odios, pensando que cada uno de nosotros somos importantes. Me levanté y fui a votar, todavía no se bien por quien, pero seguro que de mí dependía aunque sea un poquito hacer realidad mi sueño, el sueño que ojalá sea de todos…y de todas.

martes, 17 de febrero de 2015

OTRA MIRADA DEL 18F

Como todo acontecimiento público de importancia, la marcha de mañana ayuda a revelar el estado de situación de la vida colectiva en el país. En una Argentina definida por sus niveles de movilización política -puede enorgullecerse por los modos frecuentes y vigorosos de la protesta social-, se oyen hoy, sin embargo, voces que critican la convocatoria con razones que cuesta tomar en cuenta como objeciones de buena fe. Pero haremos el intento.
"La marcha es política", sostienen algunos, como si alguna marcha pudiera no serlo, y, lo que es peor, como si esa afirmación descalificara a la marcha, en lugar de calificarla en lo que tiene de digno: hace décadas que aprendimos a no desautorizar una marcha desde el embustero lugar de la no-política.
Agregan otros: "Es insólito que los fiscales marchen. Los fiscales son parte de la Justicia y tienen que dar respuestas en lugar de hacer reclamos". La queja es pobremente engañosa.
Por supuesto que tiene sentido que quienes están encargados de administrar justicia se quejen -con documentos, proclamas o marchas- si reconocen que el poder que debe facilitar su trabajo en realidad lo bloquea. Por lo demás, la molestia que han expresado algunos fiscales que convocan a no ir a la marcha resulta algo sorprendente y se hace merecedora de la respuesta obvia: los fiscales marchan porque un colega suyo, mientras investigaba al poder, encontró su muerte. Lo extraño es que a usted se le ocurra no hacerlo, ¿o es que su negativa revela algo más acerca de las investigaciones que usted ha encubierto?
"Todo se trata de una operación de los servicios de inteligencia", siguen otros adherentes al Gobierno, tapándose los ojos frente a lo que gritan los hechos. Los hechos gritan que hace diez años que el Gobierno utiliza los servicios para el espionaje interno y alimenta con recursos infinitos y sofisticado aparataje a ese "nido de víboras". Como colectivo social, somos víctimas de esa decisión gubernamental (gobernar de la mano de los servicios de inteligencia), como lo han sido, protagónicamente, los opositores y luchadores sociales que vienen siendo escrutados desde las cavernas del Estado desde hace años.
De modo similar, quienes se oponen a la marcha han empezado a examinar con lupa los CV de cada uno de los fiscales convocantes y a señalar con espanto a este fiscal o a aquel individuo que han decidido sumarse: "Aquél es golpista", "Este de aquí es un oportunista", nos gritan horrorizados. Pero, otra vez, la crítica es desafortunada. No sólo porque está sujeta a una obvia réplica inversa (desconvocan a la marcha desde el general Milani y Berni hasta el partido nazi argentino), sino porque fundamentalmente yerra en el blanco. Cuando marchamos por la muerte de María Soledad -por tomar un caso-, lo hicimos junto con sectores conservadores de la política y de la Iglesia de Catamarca, y nadie debió sonrojarse ni pedir disculpas por ello; ni nadie se convirtió en lo que no era (un religioso ultramontano, pongamos) luego de hacerlo. Estábamos unidos por una muerte y marchamos con la convicción de que el poder no era ajeno a ella, como nos ocurre en este momento. Por eso, también, resulta ofensiva la pregunta acerca de si la marcha "es (o avanza una causa) progresista". Frente a la muerte intolerable no hay izquierda ni derecha, aunque sí suele haber ideología partidaria o sectaria detrás de la muerte (en este caso, vinculada con los servicios de inteligencia). Por eso tenía sentido marchar en Francia, ante la masacre provocada por el extremismo religioso, sin necesidad de pedir previamente el ADN ideológico de quienes marchaban: entonces lo hicieron muchas personas y figuras públicas con quienes uno no querría compartir una cena. Lo mismo ocurrirá ahora y es bueno reconocerlo. Pero otra vez: lo que nos une es otra cosa, la muerte es la que traza el límite, sin por ello "clausurar la política". El acto de marchar sigue expresando un compromiso público profundamente político contra la impunidad. (Por lo demás: la lucha contra la impunidad, frente a la muerte de María Soledad, del fotógrafo Cabezas o del fiscal a cargo de investigar la masacre de la AMIA, es obviamente "progresista", por más que, en cada caso, los sectores conservadores de la Iglesia o la oposición quieran salir beneficiados a partir de ello).
Algunos críticos de la convocatoria dicen que se pretende "convertir en héroes" a Nisman, a los fiscales convocantes o a ciertos sectores de la Justicia. En lo personal, y como tantos, no me sentí seducido nunca por la investigación de Nisman (sobre todo, por el modo en que el ex presidente Kirchner decidió contaminar desde el primer minuto dicha investigación al obligar al fiscal especial a trabajar de la mano de los servicios de inteligencia); ni creo en el carácter angelical o ingenuo de nuestros jueces y fiscales. No confío, como tantos, en muchos de ellos (y más allá de los nobles funcionarios que siguen enalteciendo a la Justicia) por lo que el menemismo y el kirchnerismo quisieron hacer del Poder Judicial durante veinte años: un mero instrumento al servicio de la impunidad del poder. Basta revisar los indefendibles nombramientos que, en la gran mayoría de los casos, promovieron (¿Daniel Reposo venía a servir a la Justicia? ¿Vinieron a hacerlo los Oyarbide que hoy, más allá de sus nombramientos, son mantenidos firmes en sus puestos?). No confío en muchos de ellos, además, por los modos en que menemistas y kirchneristas intervinieron sobre la Justicia, a través del dinero y del miedo (con ascensos prometidos, "sobres" entregados, "llamados" y "carpetas" revoleados). Somos muchos los que marcharemos contra todo ello. Resulta, en todo caso, tan revelador como molesto que, frente a cualquier acto judicial que no sea servil al Gobierno (un recurso presentado; un llamado a declaración; una indagatoria; la marcha del 18), prestos funcionarios y periodistas se atropellen entre sí para revelar los antecedentes de horror del funcionario judicial ahora impugnado. (Uno se pregunta entonces: ¿y por qué no mostraron esos antecedentes ayer? ¿Sería que por entonces todavía sacaban provecho de ellos?)
Otros más se apresuran a señalarnos con el dedo para denunciar que si marchamos, lo haremos como lo que hicieron "los viejos golpistas desde los años 40". Como tantos, y por razones de edad, recuerdo haber marchado en democracia muchas veces, en primer lugar, y pese o por razón de las simpatías que sentía por él, contra el gobierno de Raúl Alfonsín. Nunca nadie nos llamó golpistas, aunque entonces sí existían riesgos serios de golpe de Estado. Marché, como muchos, por María Soledad, por Cabezas, por Arruga, por Julio López, por Mariano Ferreyra, por Kosteki y Santillán. Como tantos otros, no necesito que me digan cuándo debo marchar o por qué y en nombre de quién es que estoy marchando.
Finalmente, he escuchado a cientistas sociales y periodistas oficialistas decir que si marchamos, volveremos a demostrar que formamos parte de la "clase media desagradecida", una descalificación no sólo sociológicamente imprecisa, sino enormemente reveladora de la mentalidad del momento. Ahora queda en claro: el dinero o las "ventajas recibidas" estaban llamados a desmovilizarnos. Lo que se buscaba era, simplemente, comprarnos.
Larga vida a quienes, frente al dolor que padecen, y sobreponiéndose a éste, salen a la calle a manifestar su protesta, a los gritos, en silencio o llorando. Frente a la impunidad, la injusticia social y la muerte, que otros se queden con la algarabía y el canto.
El autor es sociólogo y abogado, especialista en derecho constitucional.

viernes, 13 de febrero de 2015

DESDE EL MIRADOR:NO SÉ SI QUIERO SER NISMAN

NISMAN Y CRISTINA



Por:Luis Sellán


Los argentinos somos muy propensos a “comprar” clisés, desde aquel nefasto: “Somos derechos y humanos” de la dictadura militar y que muchos compatriotas lucían orgullosos en las lunetas de sus autos, pasando por el “Si a la Crotoxina”-una droga que a base de veneno de víbora prometía la cura del cáncer, resultando finalmente un auténtico fraude- pero que sirvió como algo más para horadar al alfonsinismo en la década del 80. Ahora hemos comprado otro, basado en el slogan de “Je suis Charly Edo”, me refiero al de: “SOY NISMAN”  que hace obviamente referencia al fiscal recientemente encontrado muerto, y que a un mes del hecho todavía no sabemos si se suicidó, lo mataron o que pasó realmente.
Sobre el fiscal, la periodista del diario La Nación, Teresita Dussart, insospechada de ser kirchnerista, asegura en una nota publicada en su blog(*) lo siguiente: “(…) la muerte también es una forma de entrar en la leyenda. Seguramente la muerte caratulada como dudosa del fiscal Alberto Nisman sea (…) Escandalosa porque sobreviene después de haber el difunto creado una expectativa importante, a más de un título, a raíz de su denuncia contra la presidenta de la República y algunos de sus adláteres. Pero la muerte de Nisman lo hace también entrar en una leyenda, la de un “mártir”, incansablemente abocado en la búsqueda de la verdad y la independencia de la justicia. Algo que no fue ni a medias, a lo largo de estos diez años de complicidad, de intrigas, de silencios culpables que tanto favoreció la impunidad.  Nisman fue uno de esos tantos casos de servidumbre voluntaria dentro de la alta función pública, a cambios de muchos privilegios”. Resumiendo, Nisman precisamente no orinaba agua bendita, era parte de un sistema judicial cuestionado y que en cierta medida fue cómplice  y funcional de esta “década ganada” y de muchos años anteriores también.
La muerte dudosa del fiscal ha hundido aún más al gobierno en su propio microclima metastásico, de negación de la realidad y de poner las culpas en el otro no haciéndose cargo ni esbozar el menor atisbo de autocrítica. Una conducta peligrosa si hablamos de un psicópata, pero también cuando se trata de un gobierno que de este modo se aleja de la realidad y solo se escucha a sí mismo y cree y hace creer a los suyos peligrosamente que los demás somos todos enemigos.
Pero también esta terrible e inconcebible muerte, que se agrega a la serie de impunidades y corrupciones que rodean la masacre de la AMIA, provocó la reacción de una sociedad que no tiene la menor duda y cree que el fiscal ha sido asesinado y por consiguiente le ha dado el carácter de mártir que señala la periodista precitada, sin importarle los otros matices que pintan el caso.
Este 18 de febrero un grupo de fiscales, algunos de ellos bastante cuestionados por su participación en la causa AMIA y en otros asuntos, han organizado una marcha de silencio para homenajear al fiscal muerto y repudiar la falta de justicia. A esta misma marcha se han plegado, importantes sectores de la sociedad que irán motivados legítimamente por Nisman y el pedido de verdad y justicia pero también por otros sentimientos alejados de este hecho pero conducidos por el hartazgo hacia un gobierno. Pero lamentablemente se unirán algunos actores de dudosa reserva moral y ética, desde candidatos a presidentes procesados por espionaje (Macri), hasta personajes marginales como Pando, que reivindica el terrorismo de estado y la apropiación de bebes durante la dictadura militar, O el impresentable del “tata” Jofre, ex jefe de la side en épocas de Menem ni más ni menos y que además agregó a la petición generalizada una muy particular: “Libertad a los pobres viejecitos condenados por crímenes de lesa humanidad”.
Estas presencias, entre otras, hacen correr el riesgo que una marcha legítima en búsqueda de justicia y rápido esclarecimiento de esta terrible muerte se transforme en una comparsa siniestra convirtiendo al 18F en un auténtico carnaval de la más rancia derecha argentina. Haciéndola funcional además al pretexto absurdo de victimización que hace el gobierno cuando alienta los fantasmas de un llamado golpe blando.
La verdad que no tengo ganas de “comprar” el cartelito de: “SOY NISMAN”, y además como lo ha dicho muy bien el Premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel: “Algunos de los que convocan a la marchan nunca le importaron los derechos humanos y la verdad y la justicia y pretenden sacar réditos políticos” además agregó: “Le pido al gobierno que sea prudente y le lleve serenidad al pueblo y que trabaje para un pronto esclarecimiento sobre qué pasó con Nisman”. Nadie puede creer que el premio nobel sea kirchnerista, ha sido un furibundo crítico de la política de derechos humanos, sobre todo en la cooptación que se ha hecho de algunos organismo.
Espero por el bien de todos, que este miércoles todo sea en paz, por la búsqueda de la verdad y la justicia pero que más allá de las coyunturas políticas que son totalmente efímeras tengamos bien presente con quienes no debemos caminar nunca más.