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- LUIS SELLÁN: LA VIZCA BLOG
- Zárate, Buenos Aires, Argentina
- Mi nombre es Luis Sellán; profesor en historia y periodista vocacional. Este es un espacio pluralista,independiente y con opinión, De politica,cultura y sociedad, un lugar donde sembrar ciudadanía.Mails y comentarios a luis.betoluis.sellan@gmail.com
lunes, 28 de diciembre de 2015
sábado, 19 de diciembre de 2015
UN CUENTO MIO: LLEGADA TARDE(*)
POR: LUIS SELLÁN
Otra
vez me quedé dormido y llegaré tarde al colegio, y otra vez me encontraré con
la cara de la Bernárdez cerrándome la puerta en la cara y pidiendo el cuaderno
de comunicaciones para poner la media falta. Así que salgo tratando de no hacer
ruido en casa y empiezo a caminar por la avenida, esta empieza a tomar el
color, los olores y el sonido de todas las mañanas, en el otoño estas son
frescas, los colores ocres y amarillos se conjugan con el sonido crocante de
las hojas secas en la vereda ante mis pisadas, pero confundiéndose penosamente
con el ruido de los autos.
Antes de doblar la esquina y
tomar la calle de la escuela, pienso en las materias del día, primero tenemos
historia con la “acuarela” Rodríguez, le decimos así porque mientras nos
explica las causas de la revolución de mayo se maquilla delante de nosotros
pintándose los labios poniéndose colorete en las mejillas, rímel en las
pestañas, peinándose. Yo la entiendo pobre, se debe quedar dormida también.
Luego en las últimas horas tenemos física con la petisa Tupone, a quien le
decimos obviamente la putone. Camino unos metros por la calle que debería ser
la del colegio y de repente noto que estoy haciéndolo por un lugar desconocido.
A esa altura debería estar escuchando el gong del reloj de la municipalidad,
sin embargo las calles de la ciudad se han convertido en un inmenso y
pestilente lodazal, los carruajes pasan al lado mío teniéndome que correr
porque me pueden llegar a aplastar llenándome de barro y de mierda, el olor a vísceras
de animales muertos me produce repugnancia, a pesar del miedo y del asco que la
situación me provoca llego a la plaza mayor, allí una manifestación de hombres
y unas pocas mujeres parece iniciarse, todos pugnan por entra al edificio que se
erige sobre una recova. Los hombres pelean
por entrar al mismo, algunos parecen tener un permiso especial, una
invitación para hacerlo, sin embargo
otros son detenidos por una especie de piqueteros que al primer disturbio
sacuden a machetazos a los que intentan entrar sin permiso-“esta es una
revolución carajo”-, dicen algunos de los piqueteros, yo increíblemente me
cuelo por un resquicio que me permite la multitud y aunque creo que en verdad
no me ven, ingreso al edificio. Allí en un salón grande unos hombres con levita
discuten pasionalmente sobre el futuro, la revolución y la patria. Un obispo
dice que oponerse a España es como hacerlo contra la santa madre iglesia. El
gentío que sigue entrando sin orden me empuja hacia otro salón, allí encuentro
un pasadizo que me devuelve al exterior, ahí otros hombres: negros, gauchos,
indios parecen no entender-o quizás entienden demasiado- lo que está pasando
del otro lado, siguen enfrascados en su pobreza de hombres miserables y
excluidos, comiendo ratas y conviviendo con la inmundicia. El olor sí es el
mismo del otro lado, las calles son pestilentes, ruinosas, la ciudad parece
terminar allí en la plaza mayor y en el puerto lleno de mercancías que se
disputan comerciantes ingleses y porteños, lo demás es pura desolación, parece
poco creíble que allí vaya a suceder algo importante, que ahí se esté
pergeñando una revolución, el nacimiento de una patria.
A lo
lejos veo un túnel, por curiosidad aunque con mucho miedo me voy hacia él,
empiezo mi camino por el mismo y me vienen imágenes que alguna vez vi o sobre
las cuales me contaron, mientras un repugnante olor a sangre derramada acompaña
mi viaje de una inmensa soledad.
Por
suerte el túnel llega a su fin, una luz me encandila al principio pero cuando
recompongo mi visión, salgo a la plaza,
a la plaza que está enfrente de mí escuela, miro el reloj de la municipalidad
que marca las ocho menos veinte, apuro el paso sabiendo que ya llego tarde e
ingreso al colegio. Llego hasta el aula y ahí está Verónica, la preceptora, que
me recibe y me agradece mi presencia con
una sonrisa de alivio cómplice. Me quedo parado esperando que alguien se
dé cuenta que yo estoy ahí, la pequeña María Claudia es la primera que se aviva y me dice:
-Hola,
profe-, mientras se sientan en sus bancos les digo:
-Disculpen
la tardanza-...Pensando para mí: Otra vez me quedé dormido.
(*)Este cuento fue seleccionado por Editorial Dunken, dentro del programa ROI(REGISTRO DE OBRAS INÉDITAS) y compilado, junto con otros 82 relatos por la escritora Florencia Estevez, bajo el titulo: "Lo que quieras decir".
lunes, 7 de diciembre de 2015
CINE: DOS DÍAS Y UNA NOCHE
Por:LUIS SELLÁN
Sandra, una mujer que acaba de salir de una depresión se ve ante la
encrucijada de pedirle a sus compañeros que renuncien a un bono extra
de 1000 Euros, así ella puede conservar su trabajo.A partir de su
desesperado derrotero, durante un fin de semana, subyacen las más diversas expresiones de la
condición humana, donde se conjugan: el egoismo, la solidaridad-o falta
de ella- la extorsión en el el mundo del trabajo, y la lucha por sobrevivir en la sociedad capitalista posmoderna, con un final digno de
reflexión.Muy buena.
Escrita y dirigida por los Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne.
Los actores son Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Catherine Salée, Olivier Gourmet, Christelle Cornil.
Fecha de estreno: 21 de mayo de 2014 (Francia)
LUIS SELLÁN
viernes, 27 de noviembre de 2015
Desde el Mirador: "PAZ Y ADMINISTRACIÓN"
POR: LUIS SELLÁN
PRESIDENTE MACRI |
GRAL ROCA EN CARAS Y CARETAS |
Al final ganó la derecha, si la
derecha por primera vez en la historia llega a través de elecciones libres y
ganándole al peronismo en un histórico ballotage. Durante su historia y con los
distintos tamaños y pelajes que supo tener, había accedido al poder mediante
los fraudes, de la época conservadora, y los trágicos golpes de estado que nos
agobiaron durante cincuenta años del siglo veinte. Habría que agregar, no es un
dato menor, además, que llegó de la mano del peronismo durante la década
menemista, cuando la UCEDE-el partido de Alsogaray- desembarcó en el gobierno
que aplicó las políticas neoliberales más terroríficas que ni la dictadura se
animó a realizar y, que provocaron las traumáticas secuelas (económicas,
sociales y culturales) que hoy todavía nos cuestan superar.
La nueva derecha argentina, que hoy se alza victoriosa, es el PRO del
empresario- ahora presidente electo- Mauricio Macri. Una fuerza que surge tras
la crisis del 2001 y que desde la base sustentada en la ciudad autónoma de
Buenos Aires, donde es gobierno desde el 2007, se presenta ante la sociedad
como garantía del CAMBIO, en este caso teniendo a un radicalismo degradado
política e ideológicamente-conjuntamente con el Republicanismo bobo pregonado por Elisa
Carrió- como principales aliados y que le ha garantizado la territorialidad que
el PRO no tenía y que la UCR siempre mantuvo intacta a pesar de todo,
fundamentalmente en la Provincia de Buenos Aires. Un factor que fue decisivo
para el sorpresivo triunfo de María Eugenia Vidal como gobernadora del
principal distrito del país.
Podríamos decir que: CAMBIEMOS, es la
expresión actual de aquél lema positivista de la generación del 80: “Paz y
Administración”. El mismo fue el lema
que utilizó Julio Argentino Roca-el personaje histórico preferido de
Mauricio Macri-y que terminó de fundar el estado argentino moderno. Paz y
Administración: Significaba un país sin conflictos internos, ya durante
el periodo de las denominadas presidencias fundacionales (Mitre-Sarmiento y
Avellaneda) se había hecho el “trabajos sucio” de culminar con cualquier
vestigio de caudillismo federal (Chacho Peñaloza-López Jordán)-“No ahorre
sangre de gaucho asesino”, recomendó Sarmiento a Mitre-. Y por supuesto la
genocida campaña del desierto liderada por el propio Roca, con el objetivo de ganar
más tierras satisfaciendo las demandas de la oligarquía terrateniente. Además,
significaba un país alineado externamente y organizado internamente de tal modo
que sirviera para satisfacer las demandas del mercado mundial, donde la
Argentina como país agroexportador, ingresa indefectiblemente. Paz y
administración es una adaptación del lema positivista de “orden y Progreso”,
que reza la bandera brasileña y que gobernará las ideas y los hechos de la Argentina
conservadora.
El macrismo, vendría a ser una
versión aggiornada y posmoderna de aquella idea positivista. Con globos
amarillos, bailes y expresiones de buena onda, con el “mago sin dientes”, el
Midachi y el colorado Mac Allister, y el mensaje repetido de: “basta de odios y
divisiones”, “basta de peleas”, “Terminar con la brecha entre los argentinos”.
Promete una “revolución de la alegría”, que vendría a ser la crema que decora
una torta más pesada y conservadora. Con sólo fijarse en el gabinete designado
por el presidente electo, uno puede observar que tiene en el mismo a auténticos
representantes de intereses económicos bien definidos. Repitiendo la fórmula de
la generación del 80, donde los ministros eran representantes de la oligarquía
terrateniente, que luego repitieron los presidentes de la década infame y el
peronista Menem que en economía sorprendió a todos poniendo a un representante
de la Bunge y Born. Macri, tampoco quiere lio, por eso pregona la revolución de
la alegría, pero cuidado con el que intente dar una mueca de insatisfacción.
Pero es justo decirlo que el macrismo
no ha salido por generación espontánea, viene corriendo a paso firme desde atrás
y con mucha paciencia. Es soberbio y desmesurado pensar que es solo un producto
mediático-como quiere hacernos creer el Kirchnerismo a través de sus
representantes-, es mucho más que eso, es la restauración de un poder
conservador muy fuerte y que llega con legitimidad de poder democrático.
Dependerá del grado de inteligencia de Macri para ver como empieza y como puede
llegar a culminar: Macri tiene el gran desafío de ser un conservador
lúcido y darse cuenta de las cosas que
puede cambiar, de las que no debe cambiar y fundamentalmente darse cuenta de la
diferencia entre ambas cosas. El tiempo dirá que será de este gobierno, que más
allá de su identificación ideológica, ha generado esperanzas en una sociedad
harta en una forma de hacer política, de un Kirchnerismo que se perdió la
oportunidad de gobernar para todos y solamente, con una perversa lógica
setentista (esto merece una nota aparte), gobernó para su propio ombligo. El
gobierno saliente, que no pudo presentar a la sociedad un candidato de una
izquierda republicana, fue el gran hacedor del resultado electoral del pasado
domingo. Probablemente el macrismo sea un vomito de la sociedad, pero es así,
cuando uno está descompuesto, lo mejor es vomitar.
domingo, 22 de noviembre de 2015
Desde el Mirador: UN SUEÑO
Por Luis Sellán
Anoche tuve un sueño, no sé bien quien ganó el ballotage en mi sueño. Aparentemente era un “conservador lúcido”, no sé si era un conservador que siempre lo había sido u otro que también siéndolo, por mera conveniencia había apoyado a un gobierno populista con discurso de centro-izquierda. El sueño era no después de la elección, sino días después de asumir. Veía un presidente con muchos problemas pero que tenía la capacidad de darse cuenta que no lo podía hacer sólo. Sabía lo que debía cambiar, lo que no podía cambiar y lo más importante, se había dado cuenta de la diferencia entre ambas cosas. El tipo, parece, había entendido que debía dialogar, que tenía la responsabilidad de ser el presidente que construyera, al fin, una democracia real, con diálogo, con justicia, con igualdad de oportunidades. Se sentó ese 11 de diciembre en el sillón de la calle Balcarce y pensó, una vez que habían pasado los cortos festejos- cada vez son más cortos los festejos-, recordando al primer presidente de esta democracia. Quien recitaba el preámbulo porque era lo único que podíamos rescatar, lo único por lo que valía la pena luchar, por lo único que se podía soñar. Y recordó tres frases: “Garantizar la igualdad, garantizar la justicia, garantizar la libertad”. “A la mierda”, parece no tan difícil, pensó: Dándose cuenta que ese era el camino y empezó a conversar, con los trabajadores, con los empresarios, con todos los periodistas a quiénes les exigió que lo siguieran con marca severa: “no me dejen pasar una”. Habló con todos los políticos. El primero al cual convocó fue a quien había derrotado en el ballotage, luego con la derecha, luego con el centro y más tarde con la izquierda, y lo más loco de todo es que hasta la izquierda se sentó a conversar con ese presidente. Seguramente íbamos a seguir teniendo muchas diferencias, la democracia es eso, el conjunto de diferencias que nos igualan, lo que nos permite crecer como nación, como pueblo, pero buscando las coincidencias, porque al fin y al cabo, debemos tener principios comunes, tenemos que tenerlos, ¡carajo!.
Y de a poco, a medida que el sueño iba avanzando, nacía un nuevo país: Sin “negros de mierda”, sin colonizados, sin “clase media de mierda”, sin periodistas militantes y sin periodistas serviles al poder de la guita, solamente periodistas, sin mentiras ni verdades absolutas, con discusión, con apasionados debates, con conflictos, pero sin brechas absurdas. Un país con la “unión de los que aún estamos vivos”.
Me desperté temprano, pensando en mi sueño, que por ahora fue solo eso, pero no me pude volver a dormir. Pensé que quizás ese sueño podía ser posible, no tanto por la voluntad de un presidente- que es efímero- sino con la militancia cotidiana de cada uno de nosotros por un país cada vez más justo, sin miedos, sin rencores, sin odios, pensando que cada uno de nosotros somos importantes. Me levanté y fui a votar, todavía no se bien por quien, pero seguro que de mí dependía aunque sea un poquito hacer realidad mi sueño, el sueño que ojalá sea de todos…y de todas.
Anoche tuve un sueño, no sé bien quien ganó el ballotage en mi sueño. Aparentemente era un “conservador lúcido”, no sé si era un conservador que siempre lo había sido u otro que también siéndolo, por mera conveniencia había apoyado a un gobierno populista con discurso de centro-izquierda. El sueño era no después de la elección, sino días después de asumir. Veía un presidente con muchos problemas pero que tenía la capacidad de darse cuenta que no lo podía hacer sólo. Sabía lo que debía cambiar, lo que no podía cambiar y lo más importante, se había dado cuenta de la diferencia entre ambas cosas. El tipo, parece, había entendido que debía dialogar, que tenía la responsabilidad de ser el presidente que construyera, al fin, una democracia real, con diálogo, con justicia, con igualdad de oportunidades. Se sentó ese 11 de diciembre en el sillón de la calle Balcarce y pensó, una vez que habían pasado los cortos festejos- cada vez son más cortos los festejos-, recordando al primer presidente de esta democracia. Quien recitaba el preámbulo porque era lo único que podíamos rescatar, lo único por lo que valía la pena luchar, por lo único que se podía soñar. Y recordó tres frases: “Garantizar la igualdad, garantizar la justicia, garantizar la libertad”. “A la mierda”, parece no tan difícil, pensó: Dándose cuenta que ese era el camino y empezó a conversar, con los trabajadores, con los empresarios, con todos los periodistas a quiénes les exigió que lo siguieran con marca severa: “no me dejen pasar una”. Habló con todos los políticos. El primero al cual convocó fue a quien había derrotado en el ballotage, luego con la derecha, luego con el centro y más tarde con la izquierda, y lo más loco de todo es que hasta la izquierda se sentó a conversar con ese presidente. Seguramente íbamos a seguir teniendo muchas diferencias, la democracia es eso, el conjunto de diferencias que nos igualan, lo que nos permite crecer como nación, como pueblo, pero buscando las coincidencias, porque al fin y al cabo, debemos tener principios comunes, tenemos que tenerlos, ¡carajo!.
Y de a poco, a medida que el sueño iba avanzando, nacía un nuevo país: Sin “negros de mierda”, sin colonizados, sin “clase media de mierda”, sin periodistas militantes y sin periodistas serviles al poder de la guita, solamente periodistas, sin mentiras ni verdades absolutas, con discusión, con apasionados debates, con conflictos, pero sin brechas absurdas. Un país con la “unión de los que aún estamos vivos”.
Me desperté temprano, pensando en mi sueño, que por ahora fue solo eso, pero no me pude volver a dormir. Pensé que quizás ese sueño podía ser posible, no tanto por la voluntad de un presidente- que es efímero- sino con la militancia cotidiana de cada uno de nosotros por un país cada vez más justo, sin miedos, sin rencores, sin odios, pensando que cada uno de nosotros somos importantes. Me levanté y fui a votar, todavía no se bien por quien, pero seguro que de mí dependía aunque sea un poquito hacer realidad mi sueño, el sueño que ojalá sea de todos…y de todas.
martes, 17 de febrero de 2015
OTRA MIRADA DEL 18F
Por Roberto Gargarella |
Para LA NACION
Como todo acontecimiento público de importancia, la marcha de mañana ayuda a revelar el estado de situación de la vida colectiva en el país. En una Argentina definida por sus niveles de movilización política
-puede enorgullecerse por los modos frecuentes y vigorosos de la
protesta social-, se oyen hoy, sin embargo, voces que critican la
convocatoria con razones que cuesta tomar en cuenta como objeciones de
buena fe. Pero haremos el intento.
"La marcha es política",
sostienen algunos, como si alguna marcha pudiera no serlo, y, lo que es
peor, como si esa afirmación descalificara a la marcha, en lugar de
calificarla en lo que tiene de digno: hace décadas que aprendimos a no
desautorizar una marcha desde el embustero lugar de la no-política.
Agregan
otros: "Es insólito que los fiscales marchen. Los fiscales son parte de
la Justicia y tienen que dar respuestas en lugar de hacer reclamos". La
queja es pobremente engañosa.
Por supuesto que tiene sentido que
quienes están encargados de administrar justicia se quejen -con
documentos, proclamas o marchas- si reconocen que el poder que debe
facilitar su trabajo en realidad lo bloquea. Por lo demás, la molestia
que han expresado algunos fiscales que convocan a no ir a la marcha
resulta algo sorprendente y se hace merecedora de la respuesta obvia:
los fiscales marchan porque un colega suyo, mientras investigaba al
poder, encontró su muerte. Lo extraño es que a usted se le ocurra no
hacerlo, ¿o es que su negativa revela algo más acerca de las
investigaciones que usted ha encubierto?
"Todo se trata de una
operación de los servicios de inteligencia", siguen otros adherentes al
Gobierno, tapándose los ojos frente a lo que gritan los hechos. Los
hechos gritan que hace diez años que el Gobierno utiliza los servicios
para el espionaje interno y alimenta con recursos infinitos y
sofisticado aparataje a ese "nido de víboras". Como colectivo social,
somos víctimas de esa decisión gubernamental (gobernar de la mano de los
servicios de inteligencia), como lo han sido, protagónicamente, los
opositores y luchadores sociales que vienen siendo escrutados desde las
cavernas del Estado desde hace años.
De modo similar, quienes se
oponen a la marcha han empezado a examinar con lupa los CV de cada uno
de los fiscales convocantes y a señalar con espanto a este fiscal o a
aquel individuo que han decidido sumarse: "Aquél es golpista", "Este de
aquí es un oportunista", nos gritan horrorizados. Pero, otra vez, la
crítica es desafortunada. No sólo porque está sujeta a una obvia réplica
inversa (desconvocan a la marcha desde el general Milani y Berni hasta
el partido nazi argentino), sino porque fundamentalmente yerra en el
blanco. Cuando marchamos por la muerte de María Soledad -por tomar un
caso-, lo hicimos junto con sectores conservadores de la política y de
la Iglesia de Catamarca, y nadie debió sonrojarse ni pedir disculpas por
ello; ni nadie se convirtió en lo que no era (un religioso
ultramontano, pongamos) luego de hacerlo. Estábamos unidos por una
muerte y marchamos con la convicción de que el poder no era ajeno a
ella, como nos ocurre en este momento. Por eso, también, resulta
ofensiva la pregunta acerca de si la marcha "es (o avanza una causa)
progresista". Frente a la muerte intolerable no hay izquierda ni
derecha, aunque sí suele haber ideología partidaria o sectaria detrás de
la muerte (en este caso, vinculada con los servicios de inteligencia).
Por eso tenía sentido marchar en Francia, ante la masacre provocada por
el extremismo religioso, sin necesidad de pedir previamente el ADN
ideológico de quienes marchaban: entonces lo hicieron muchas personas y
figuras públicas con quienes uno no querría compartir una cena. Lo mismo
ocurrirá ahora y es bueno reconocerlo. Pero otra vez: lo que nos une es
otra cosa, la muerte es la que traza el límite, sin por ello "clausurar
la política". El acto de marchar sigue expresando un compromiso público
profundamente político contra la impunidad. (Por lo demás: la lucha
contra la impunidad, frente a la muerte de María Soledad, del fotógrafo
Cabezas o del fiscal a cargo de investigar la masacre de la AMIA, es
obviamente "progresista", por más que, en cada caso, los sectores
conservadores de la Iglesia o la oposición quieran salir beneficiados a
partir de ello).
Algunos críticos de la convocatoria dicen que se
pretende "convertir en héroes" a Nisman, a los fiscales convocantes o a
ciertos sectores de la Justicia. En lo personal, y como tantos, no me
sentí seducido nunca por la investigación de Nisman (sobre todo, por el
modo en que el ex presidente Kirchner decidió contaminar desde el primer
minuto dicha investigación al obligar al fiscal especial a trabajar de
la mano de los servicios de inteligencia); ni creo en el carácter
angelical o ingenuo de nuestros jueces y fiscales. No confío, como
tantos, en muchos de ellos (y más allá de los nobles funcionarios que
siguen enalteciendo a la Justicia) por lo que el menemismo y el
kirchnerismo quisieron hacer del Poder Judicial durante veinte años: un
mero instrumento al servicio de la impunidad del poder. Basta revisar
los indefendibles nombramientos que, en la gran mayoría de los casos,
promovieron (¿Daniel Reposo venía a servir a la Justicia? ¿Vinieron a
hacerlo los Oyarbide que hoy, más allá de sus nombramientos, son
mantenidos firmes en sus puestos?). No confío en muchos de ellos,
además, por los modos en que menemistas y kirchneristas intervinieron
sobre la Justicia, a través del dinero y del miedo (con ascensos
prometidos, "sobres" entregados, "llamados" y "carpetas" revoleados).
Somos muchos los que marcharemos contra todo ello. Resulta, en todo
caso, tan revelador como molesto que, frente a cualquier acto judicial
que no sea servil al Gobierno (un recurso presentado; un llamado a
declaración; una indagatoria; la marcha del 18), prestos funcionarios y
periodistas se atropellen entre sí para revelar los antecedentes de
horror del funcionario judicial ahora impugnado. (Uno se pregunta
entonces: ¿y por qué no mostraron esos antecedentes ayer? ¿Sería que por
entonces todavía sacaban provecho de ellos?)
Otros más se
apresuran a señalarnos con el dedo para denunciar que si marchamos, lo
haremos como lo que hicieron "los viejos golpistas desde los años 40".
Como tantos, y por razones de edad, recuerdo haber marchado en
democracia muchas veces, en primer lugar, y pese o por razón de las
simpatías que sentía por él, contra el gobierno de Raúl Alfonsín. Nunca
nadie nos llamó golpistas, aunque entonces sí existían riesgos serios de
golpe de Estado. Marché, como muchos, por María Soledad, por Cabezas,
por Arruga, por Julio López, por Mariano Ferreyra, por Kosteki y
Santillán. Como tantos otros, no necesito que me digan cuándo debo
marchar o por qué y en nombre de quién es que estoy marchando.
Finalmente,
he escuchado a cientistas sociales y periodistas oficialistas decir que
si marchamos, volveremos a demostrar que formamos parte de la "clase
media desagradecida", una descalificación no sólo sociológicamente
imprecisa, sino enormemente reveladora de la mentalidad del momento.
Ahora queda en claro: el dinero o las "ventajas recibidas" estaban
llamados a desmovilizarnos. Lo que se buscaba era, simplemente,
comprarnos.
Larga vida a quienes, frente al dolor que padecen, y
sobreponiéndose a éste, salen a la calle a manifestar su protesta, a los
gritos, en silencio o llorando. Frente a la impunidad, la injusticia
social y la muerte, que otros se queden con la algarabía y el canto.
El autor es sociólogo y abogado, especialista en derecho constitucional.
viernes, 13 de febrero de 2015
DESDE EL MIRADOR:NO SÉ SI QUIERO SER NISMAN
NISMAN Y CRISTINA |
Por:Luis Sellán
Los argentinos somos muy propensos a “comprar” clisés, desde
aquel nefasto: “Somos derechos y humanos” de la dictadura militar y que muchos
compatriotas lucían orgullosos en las lunetas de sus autos, pasando por el “Si
a la Crotoxina”-una droga que a base de veneno de víbora prometía la cura del
cáncer, resultando finalmente un auténtico fraude- pero que sirvió como algo
más para horadar al alfonsinismo en la década del 80. Ahora hemos comprado
otro, basado en el slogan de “Je suis Charly Edo”, me refiero al de: “SOY
NISMAN” que hace obviamente referencia
al fiscal recientemente encontrado muerto, y que a un mes del hecho todavía no
sabemos si se suicidó, lo mataron o que pasó realmente.
Sobre el fiscal, la periodista del diario La Nación, Teresita
Dussart, insospechada de ser kirchnerista, asegura en una nota publicada en su
blog(*) lo siguiente: “(…) la muerte también es una forma de entrar en la
leyenda. Seguramente la muerte caratulada como dudosa del fiscal Alberto Nisman
sea (…) Escandalosa porque sobreviene después de haber el difunto creado una
expectativa importante, a más de un título, a raíz de su denuncia contra la
presidenta de la República y algunos de sus adláteres. Pero la muerte de Nisman
lo hace también entrar en una leyenda, la de un “mártir”, incansablemente
abocado en la búsqueda de la verdad y la independencia de la justicia. Algo que
no fue ni a medias, a lo largo de estos diez años de complicidad, de intrigas,
de silencios culpables que tanto favoreció la impunidad. Nisman fue uno
de esos tantos casos de servidumbre voluntaria dentro de la alta función
pública, a cambios de muchos privilegios”. Resumiendo, Nisman
precisamente no orinaba agua bendita, era parte de un sistema judicial
cuestionado y que en cierta medida fue cómplice
y funcional de esta “década ganada” y de muchos años anteriores también.
La muerte dudosa del fiscal ha hundido aún más al gobierno en
su propio microclima metastásico, de negación de la realidad y de poner las
culpas en el otro no haciéndose cargo ni esbozar el menor atisbo de
autocrítica. Una conducta peligrosa si hablamos de un psicópata, pero también
cuando se trata de un gobierno que de este modo se aleja de la realidad y solo
se escucha a sí mismo y cree y hace creer a los suyos peligrosamente que los
demás somos todos enemigos.
Pero también esta terrible e inconcebible muerte, que se
agrega a la serie de impunidades y corrupciones que rodean la masacre de la
AMIA, provocó la reacción de una sociedad que no tiene la menor duda y cree que
el fiscal ha sido asesinado y por consiguiente le ha dado el carácter de mártir
que señala la periodista precitada, sin importarle los otros matices que pintan
el caso.
Este 18 de febrero un grupo de fiscales, algunos de ellos
bastante cuestionados por su participación en la causa AMIA y en otros asuntos,
han organizado una marcha de silencio para homenajear al fiscal muerto y
repudiar la falta de justicia. A esta misma marcha se han plegado, importantes
sectores de la sociedad que irán motivados legítimamente por Nisman y el pedido
de verdad y justicia pero también por otros sentimientos alejados de este hecho
pero conducidos por el hartazgo hacia un gobierno. Pero lamentablemente se
unirán algunos actores de dudosa reserva moral y ética, desde candidatos a
presidentes procesados por espionaje (Macri), hasta personajes marginales como
Pando, que reivindica el terrorismo de estado y la apropiación de bebes durante
la dictadura militar, O el impresentable del “tata” Jofre, ex jefe de la side
en épocas de Menem ni más ni menos y que además agregó a la petición
generalizada una muy particular: “Libertad a los pobres viejecitos condenados
por crímenes de lesa humanidad”.
Estas presencias, entre otras, hacen correr el riesgo que una
marcha legítima en búsqueda de justicia y rápido esclarecimiento de esta
terrible muerte se transforme en una comparsa siniestra convirtiendo al 18F en
un auténtico carnaval de la más rancia derecha argentina. Haciéndola funcional
además al pretexto absurdo de victimización que hace el gobierno cuando alienta
los fantasmas de un llamado golpe blando.
La verdad que no tengo ganas de “comprar” el cartelito de:
“SOY NISMAN”, y además como lo ha dicho muy bien el Premio Nobel de la Paz
1980, Adolfo Pérez Esquivel: “Algunos de los que convocan a la marchan
nunca le importaron los derechos humanos y la verdad y la justicia y pretenden
sacar réditos políticos” además agregó: “Le pido al gobierno que sea prudente y
le lleve serenidad al pueblo y que trabaje para un pronto esclarecimiento sobre
qué pasó con Nisman”. Nadie puede creer que el premio nobel sea
kirchnerista, ha sido un furibundo crítico de la política de derechos humanos,
sobre todo en la cooptación que se ha hecho de algunos organismo.
Espero por el bien de todos, que este miércoles todo sea en
paz, por la búsqueda de la verdad y la justicia pero que más allá de las
coyunturas políticas que son totalmente efímeras tengamos bien presente con
quienes no debemos caminar nunca más.
(*)http://relacionesinternacionales.co/2015/01/20/nisman-actor-sintoma-y-victima-de-una-side-mafiosa/
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