Por Pino Solanas(*)
Martín Fierro: ”algun dia habremos de llegar/
después sabremos adonde”. El debate abierto en torno a la recuperación de YPF,
y aún sin conocer el proyecto oficial, lo celebro como el triunfo de los que
venimos instalando en la opinión pública la necesidad de recuperar nuestro
petróleo y la soberanía energética. Han pasado veinte solitarios años desde
aquel atentado que sufriera por denunciar la escandalosa privatización de YPF y
Gas del Estado con sobornos y falsos diputados. Advertíamos que el modelo privatista
nos llevaba al vaciamiento y al endeudamiento. No le erramos. Menem prometió multiplicar
las reservas petroleras y desde el 2007 perdimos el autoabastecimiento: este
año importaremos por mas de U$S 11.000 millones. No fue todo: Nestor Kirchner
posibilitó la prorroga de las concesiones de Menem por 30 años y el vaciamiento
de YPF al permitir que girara a Repsol el 90% de sus utilidades con la llamada
“argentinización”.
En
buena hora se quiera cambiar el rumbo, pero exige plantearnos para qué y cómo
lo haremos. Somos el único país del mundo que sigue con un modelo privatizador
que nos costó la mayor descapitalización de nuestra historia. ¿Qué se propone hacer
el gobierno: un negocio para beneficios de nuevos Eskenazi o un acto soberano y
responsable que le aporte al conjunto de la Nación? Cuando los consejeros del
gobierno son los que destruyeron YPF –como Roberto Dromi- y los salvadores los
beneficiados privados, parece cierto lo que afirmaba el gobernador Buzzi, de
Chubut: “no se quiere estatizar sino
recuperar las áreas para volver a privatizar” . Está licitando las áreas que
le rescindió a Repsol y seguramente pasarán a Pan American, Techpetrol u Oil,
de Cristóbal López. No nos asusta que se cancelen concesiones: todos los
contratos tienen cláusulas de rescisión por incumplimiento o daño ambiental. Ningún
gobierno le exigió a las petroleras que cumplieran con las inversiones para
reponer las reservas extraídas.
Con
el remanido argumento de que “hace falta
mucha inversión y se necesitan socios” se quiere hacer de YPF una empresa
mixta. Recordemos la penosa experiencia de las privatizaciones de los años 90
que incluyeron a los grupos económicos locales: la inversión y las pérdidas
fueron para el Estado y los beneficios para las empresas. Hace falta invertir
para mantener el nivel de reservas, pero es un mito que para hacerla haya que
llamar a los privados o al capital extranjero. Los márgenes de ganancia de
nuestra industria petrolera son holgados: YPF –según su balance- produce el
barril a un costo de 6 a 7 u$s, lo vende a las refinerías a u$s 50 y el precio
internacional supera los u$s 100.
De
la nada, Argentina desarrolló la primera industria petrolera del hemisferio sur
sin recurrir a la inversión extranjera: Mosconi invertía lo que ganaba o lanzaba
un bono público, como lo hace hoy Petrobrás. Cuando Lula necesitó mas inversión
para explotar la cuenca marítima, asoció a bancos públicos y los fondos de
inversión de los jubilados y obras sociales. YPF puede comprarse de varias
formas: 1) con un bono publico con aval del BCRA: el valor de mercado de YPF hoy
es de u$s 9.000 millones; 2) tomando un crédito bancario con aval de las
reservas, tal como lo hicieron los Eskenazi para comprar sin plata. Entre los
proyectos de ley que presentamos en la HCDN esta un fondo de desarrollo con
aportes el BCRA y la creación de Yacimientos Petrolíferos Federales, una
empresa 100% pública con la participación de las provincias.
La
nueva petrolera debe protegerse de la politiquería y las corruptelas: junto a
los controles públicos, debe incorporarse el control social de los
consumidores, trabajadores y técnicos. Hemos perdido 20 años: en la plataforma
del Atlántico Sur, Argentina tiene una de las mayores reservas petroleras del
mundo: ¿la seguiremos regalando?¿No basta el ejemplo de Brasil o Noruega que
explotando las áreas marítimas con sus petroleras públicas, produjeron un
extraordinario desarrollo y bienestar para sus países? La creación de una nueva
YPF es un asunto estratégico que debe surgir de una gran política de Estado
para beneficio del conjunto del pueblo argentino.
(*) Diputado nacional por PROYECTO SUR
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