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Zárate, Buenos Aires, Argentina
Mi nombre es Luis Sellán; profesor en historia y periodista vocacional. Este es un espacio pluralista,independiente y con opinión, De politica,cultura y sociedad, un lugar donde sembrar ciudadanía.Mails y comentarios a luis.betoluis.sellan@gmail.com

martes, 17 de febrero de 2015

OTRA MIRADA DEL 18F

Como todo acontecimiento público de importancia, la marcha de mañana ayuda a revelar el estado de situación de la vida colectiva en el país. En una Argentina definida por sus niveles de movilización política -puede enorgullecerse por los modos frecuentes y vigorosos de la protesta social-, se oyen hoy, sin embargo, voces que critican la convocatoria con razones que cuesta tomar en cuenta como objeciones de buena fe. Pero haremos el intento.
"La marcha es política", sostienen algunos, como si alguna marcha pudiera no serlo, y, lo que es peor, como si esa afirmación descalificara a la marcha, en lugar de calificarla en lo que tiene de digno: hace décadas que aprendimos a no desautorizar una marcha desde el embustero lugar de la no-política.
Agregan otros: "Es insólito que los fiscales marchen. Los fiscales son parte de la Justicia y tienen que dar respuestas en lugar de hacer reclamos". La queja es pobremente engañosa.
Por supuesto que tiene sentido que quienes están encargados de administrar justicia se quejen -con documentos, proclamas o marchas- si reconocen que el poder que debe facilitar su trabajo en realidad lo bloquea. Por lo demás, la molestia que han expresado algunos fiscales que convocan a no ir a la marcha resulta algo sorprendente y se hace merecedora de la respuesta obvia: los fiscales marchan porque un colega suyo, mientras investigaba al poder, encontró su muerte. Lo extraño es que a usted se le ocurra no hacerlo, ¿o es que su negativa revela algo más acerca de las investigaciones que usted ha encubierto?
"Todo se trata de una operación de los servicios de inteligencia", siguen otros adherentes al Gobierno, tapándose los ojos frente a lo que gritan los hechos. Los hechos gritan que hace diez años que el Gobierno utiliza los servicios para el espionaje interno y alimenta con recursos infinitos y sofisticado aparataje a ese "nido de víboras". Como colectivo social, somos víctimas de esa decisión gubernamental (gobernar de la mano de los servicios de inteligencia), como lo han sido, protagónicamente, los opositores y luchadores sociales que vienen siendo escrutados desde las cavernas del Estado desde hace años.
De modo similar, quienes se oponen a la marcha han empezado a examinar con lupa los CV de cada uno de los fiscales convocantes y a señalar con espanto a este fiscal o a aquel individuo que han decidido sumarse: "Aquél es golpista", "Este de aquí es un oportunista", nos gritan horrorizados. Pero, otra vez, la crítica es desafortunada. No sólo porque está sujeta a una obvia réplica inversa (desconvocan a la marcha desde el general Milani y Berni hasta el partido nazi argentino), sino porque fundamentalmente yerra en el blanco. Cuando marchamos por la muerte de María Soledad -por tomar un caso-, lo hicimos junto con sectores conservadores de la política y de la Iglesia de Catamarca, y nadie debió sonrojarse ni pedir disculpas por ello; ni nadie se convirtió en lo que no era (un religioso ultramontano, pongamos) luego de hacerlo. Estábamos unidos por una muerte y marchamos con la convicción de que el poder no era ajeno a ella, como nos ocurre en este momento. Por eso, también, resulta ofensiva la pregunta acerca de si la marcha "es (o avanza una causa) progresista". Frente a la muerte intolerable no hay izquierda ni derecha, aunque sí suele haber ideología partidaria o sectaria detrás de la muerte (en este caso, vinculada con los servicios de inteligencia). Por eso tenía sentido marchar en Francia, ante la masacre provocada por el extremismo religioso, sin necesidad de pedir previamente el ADN ideológico de quienes marchaban: entonces lo hicieron muchas personas y figuras públicas con quienes uno no querría compartir una cena. Lo mismo ocurrirá ahora y es bueno reconocerlo. Pero otra vez: lo que nos une es otra cosa, la muerte es la que traza el límite, sin por ello "clausurar la política". El acto de marchar sigue expresando un compromiso público profundamente político contra la impunidad. (Por lo demás: la lucha contra la impunidad, frente a la muerte de María Soledad, del fotógrafo Cabezas o del fiscal a cargo de investigar la masacre de la AMIA, es obviamente "progresista", por más que, en cada caso, los sectores conservadores de la Iglesia o la oposición quieran salir beneficiados a partir de ello).
Algunos críticos de la convocatoria dicen que se pretende "convertir en héroes" a Nisman, a los fiscales convocantes o a ciertos sectores de la Justicia. En lo personal, y como tantos, no me sentí seducido nunca por la investigación de Nisman (sobre todo, por el modo en que el ex presidente Kirchner decidió contaminar desde el primer minuto dicha investigación al obligar al fiscal especial a trabajar de la mano de los servicios de inteligencia); ni creo en el carácter angelical o ingenuo de nuestros jueces y fiscales. No confío, como tantos, en muchos de ellos (y más allá de los nobles funcionarios que siguen enalteciendo a la Justicia) por lo que el menemismo y el kirchnerismo quisieron hacer del Poder Judicial durante veinte años: un mero instrumento al servicio de la impunidad del poder. Basta revisar los indefendibles nombramientos que, en la gran mayoría de los casos, promovieron (¿Daniel Reposo venía a servir a la Justicia? ¿Vinieron a hacerlo los Oyarbide que hoy, más allá de sus nombramientos, son mantenidos firmes en sus puestos?). No confío en muchos de ellos, además, por los modos en que menemistas y kirchneristas intervinieron sobre la Justicia, a través del dinero y del miedo (con ascensos prometidos, "sobres" entregados, "llamados" y "carpetas" revoleados). Somos muchos los que marcharemos contra todo ello. Resulta, en todo caso, tan revelador como molesto que, frente a cualquier acto judicial que no sea servil al Gobierno (un recurso presentado; un llamado a declaración; una indagatoria; la marcha del 18), prestos funcionarios y periodistas se atropellen entre sí para revelar los antecedentes de horror del funcionario judicial ahora impugnado. (Uno se pregunta entonces: ¿y por qué no mostraron esos antecedentes ayer? ¿Sería que por entonces todavía sacaban provecho de ellos?)
Otros más se apresuran a señalarnos con el dedo para denunciar que si marchamos, lo haremos como lo que hicieron "los viejos golpistas desde los años 40". Como tantos, y por razones de edad, recuerdo haber marchado en democracia muchas veces, en primer lugar, y pese o por razón de las simpatías que sentía por él, contra el gobierno de Raúl Alfonsín. Nunca nadie nos llamó golpistas, aunque entonces sí existían riesgos serios de golpe de Estado. Marché, como muchos, por María Soledad, por Cabezas, por Arruga, por Julio López, por Mariano Ferreyra, por Kosteki y Santillán. Como tantos otros, no necesito que me digan cuándo debo marchar o por qué y en nombre de quién es que estoy marchando.
Finalmente, he escuchado a cientistas sociales y periodistas oficialistas decir que si marchamos, volveremos a demostrar que formamos parte de la "clase media desagradecida", una descalificación no sólo sociológicamente imprecisa, sino enormemente reveladora de la mentalidad del momento. Ahora queda en claro: el dinero o las "ventajas recibidas" estaban llamados a desmovilizarnos. Lo que se buscaba era, simplemente, comprarnos.
Larga vida a quienes, frente al dolor que padecen, y sobreponiéndose a éste, salen a la calle a manifestar su protesta, a los gritos, en silencio o llorando. Frente a la impunidad, la injusticia social y la muerte, que otros se queden con la algarabía y el canto.
El autor es sociólogo y abogado, especialista en derecho constitucional.

viernes, 13 de febrero de 2015

DESDE EL MIRADOR:NO SÉ SI QUIERO SER NISMAN

NISMAN Y CRISTINA



Por:Luis Sellán


Los argentinos somos muy propensos a “comprar” clisés, desde aquel nefasto: “Somos derechos y humanos” de la dictadura militar y que muchos compatriotas lucían orgullosos en las lunetas de sus autos, pasando por el “Si a la Crotoxina”-una droga que a base de veneno de víbora prometía la cura del cáncer, resultando finalmente un auténtico fraude- pero que sirvió como algo más para horadar al alfonsinismo en la década del 80. Ahora hemos comprado otro, basado en el slogan de “Je suis Charly Edo”, me refiero al de: “SOY NISMAN”  que hace obviamente referencia al fiscal recientemente encontrado muerto, y que a un mes del hecho todavía no sabemos si se suicidó, lo mataron o que pasó realmente.
Sobre el fiscal, la periodista del diario La Nación, Teresita Dussart, insospechada de ser kirchnerista, asegura en una nota publicada en su blog(*) lo siguiente: “(…) la muerte también es una forma de entrar en la leyenda. Seguramente la muerte caratulada como dudosa del fiscal Alberto Nisman sea (…) Escandalosa porque sobreviene después de haber el difunto creado una expectativa importante, a más de un título, a raíz de su denuncia contra la presidenta de la República y algunos de sus adláteres. Pero la muerte de Nisman lo hace también entrar en una leyenda, la de un “mártir”, incansablemente abocado en la búsqueda de la verdad y la independencia de la justicia. Algo que no fue ni a medias, a lo largo de estos diez años de complicidad, de intrigas, de silencios culpables que tanto favoreció la impunidad.  Nisman fue uno de esos tantos casos de servidumbre voluntaria dentro de la alta función pública, a cambios de muchos privilegios”. Resumiendo, Nisman precisamente no orinaba agua bendita, era parte de un sistema judicial cuestionado y que en cierta medida fue cómplice  y funcional de esta “década ganada” y de muchos años anteriores también.
La muerte dudosa del fiscal ha hundido aún más al gobierno en su propio microclima metastásico, de negación de la realidad y de poner las culpas en el otro no haciéndose cargo ni esbozar el menor atisbo de autocrítica. Una conducta peligrosa si hablamos de un psicópata, pero también cuando se trata de un gobierno que de este modo se aleja de la realidad y solo se escucha a sí mismo y cree y hace creer a los suyos peligrosamente que los demás somos todos enemigos.
Pero también esta terrible e inconcebible muerte, que se agrega a la serie de impunidades y corrupciones que rodean la masacre de la AMIA, provocó la reacción de una sociedad que no tiene la menor duda y cree que el fiscal ha sido asesinado y por consiguiente le ha dado el carácter de mártir que señala la periodista precitada, sin importarle los otros matices que pintan el caso.
Este 18 de febrero un grupo de fiscales, algunos de ellos bastante cuestionados por su participación en la causa AMIA y en otros asuntos, han organizado una marcha de silencio para homenajear al fiscal muerto y repudiar la falta de justicia. A esta misma marcha se han plegado, importantes sectores de la sociedad que irán motivados legítimamente por Nisman y el pedido de verdad y justicia pero también por otros sentimientos alejados de este hecho pero conducidos por el hartazgo hacia un gobierno. Pero lamentablemente se unirán algunos actores de dudosa reserva moral y ética, desde candidatos a presidentes procesados por espionaje (Macri), hasta personajes marginales como Pando, que reivindica el terrorismo de estado y la apropiación de bebes durante la dictadura militar, O el impresentable del “tata” Jofre, ex jefe de la side en épocas de Menem ni más ni menos y que además agregó a la petición generalizada una muy particular: “Libertad a los pobres viejecitos condenados por crímenes de lesa humanidad”.
Estas presencias, entre otras, hacen correr el riesgo que una marcha legítima en búsqueda de justicia y rápido esclarecimiento de esta terrible muerte se transforme en una comparsa siniestra convirtiendo al 18F en un auténtico carnaval de la más rancia derecha argentina. Haciéndola funcional además al pretexto absurdo de victimización que hace el gobierno cuando alienta los fantasmas de un llamado golpe blando.
La verdad que no tengo ganas de “comprar” el cartelito de: “SOY NISMAN”, y además como lo ha dicho muy bien el Premio Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel: “Algunos de los que convocan a la marchan nunca le importaron los derechos humanos y la verdad y la justicia y pretenden sacar réditos políticos” además agregó: “Le pido al gobierno que sea prudente y le lleve serenidad al pueblo y que trabaje para un pronto esclarecimiento sobre qué pasó con Nisman”. Nadie puede creer que el premio nobel sea kirchnerista, ha sido un furibundo crítico de la política de derechos humanos, sobre todo en la cooptación que se ha hecho de algunos organismo.
Espero por el bien de todos, que este miércoles todo sea en paz, por la búsqueda de la verdad y la justicia pero que más allá de las coyunturas políticas que son totalmente efímeras tengamos bien presente con quienes no debemos caminar nunca más.

domingo, 1 de febrero de 2015

OTRA MIRADA


POR  Mario Mazzitelli SEC GRAL PSA



La destrucción del FAUnen y la necesaria creación de un nuevo espacio

“La destrucción creativa” es un concepto paradójico que creció en el mundo de la economía, pero bien puede aplicarse al de la política.
El nacimiento de la alianza Macri-Carrió viene con el certificado de defunción del FAUnen.

Aquella experiencia que empezó a gestarse en febrero de 2014 y se presentó en sociedad el 22 de abril en el teatro Brodway; quizás haya dejado de existir como tal el 31 de enero de 2015. Los   sectores de centro del espacio se sintieron tentados por los acuerdos con las fracciones del centroderecha. Los próximos podrán ser los grupos de la UCR más ligados a Ernesto Sanz.
Nada que reprocharles de mi parte. Nada de qué preocuparse. Cada destrucción es una oportunidad para la innovación y la creatividad.

Deberemos pensar en la unidad de quienes creemos que lo que reclama el pueblo progresista, de izquierda y centroizquierda de argentina no es solo el desplazamiento de un gobierno que se va el 10 de diciembre. Está esperando una opción superadora. Y no se trata de amarillo o naranja, de marketing y engaño; se trata de elaborar un programa concreto que supere las limitaciones sociales, ambientales, económicas, institucionales y éticas del modelo kirchnerista y que vaya armando los equipos con los que ejecutarlo.

SYRIZA acaba de ganar las elecciones en Grecia con un programa claro y contundente. Esto es lo que necesitamos en un país enfermo de oportunismo político.

Desde el PSA hicimos todo lo posible por salvar la experiencia del FAUnen. No pudo ser.  Hoy se nos abre una oportunidad de crear lo nuevo junto a todas las vertientes del campo popular que quieran avanzar hacia una sociedad más justa, democrática, igualitaria, solidaria y moderna.

Un nuevo nombre será la premisa. Y observar si otros componentes están dispuestos a construir la nueva opción.  En definitiva cada crisis es una oportunidad para la imaginación y la creatividad. En eso seguimos.