DESDE EL MIRADOR:¿Qué hacemos con los pobres?

POR LUIS SELLÁN ( publicada en ENLACE CRÍTCO)

La marcha del pasado 8N exteriorizó en alguna gente sus sentimientos más individualistas y execrables- no me estoy refiriendo a la marcha en Zárate, sino en general-. Este sentimiento se lo puede sintetizar en la expresión: “quiero dejar de mantener vagos”, que indudablemente se refiere a la asignación universal por hijo.
 La asignación universal por hijo es una medida totalmente plausible y necesaria; pero que ha decir verdad no es un invento del gobierno actual sino que deviene del seguro de empleo y formación ideado por la CTA y también de un proyecto presentado por la diputada del ARI, Elisa Carrió, durante los tiempos convulsionados de fines de los noventa y principio del dos mil.
La pregunta es entonces: ¿Qué hacemos con los pobres?
¿Los encerramos en un gueto?,¿ los matamos o los escondemos?,  hasta que un gobierno representante de la “gente decente” encuentre una “solución final”.
No nos gustan los pobres, son como la película de De Sicca- “Feos, Sucios y Malos” -. No nos gusta que se acerquen a nuestros hijos, que se asomen a las vidrieras de los restaurante donde comemos, que nos paren en los semáforos.
Nos dan vergüenza y miedo, quizás como exteriorización de la culpa que nos provocan con su presencia, como diría el creador del nuevo periodismo Tom Wolfe refiriéndose en este caso a los yuppies de Wall Street( El periodismo canalla y otros artículos – Pag.21- Ediciones B).
Los pobres entonces – según este pensamiento-, deberán contentarse en seguir siendo victimas del clientelismo político, que vive de ellos o de la prensa canalla que los expondrá obscenamente en sus diversas facetas, o de la represión policial por las dudas.
Como a Barbarita, la niña tucumana ya adolescente, que se la diputan entre el gobierno y el gordo Lanata para ver quien hace más escarnio sobre ella. La pobreza a pesar de su condición es un negocio fenomenal para la turréz.
Pero es importante reconocer, que la asignación universal o cualquier otra medida de ayuda social a la pobreza están enmarcada dentro de duros contrastes de la realidad social, que provocan que sectores de la sociedad, fundamentalmente la clase media y media baja, muestren sus facetas más abominables, sus sectarismos más sesgados y sus miedos mas acentuados.
Estos contrastes a los que me refiero no existirían, si los jubilados- aquellos que aportaron toda la vida- cobraran el 81% móvil, si la plata del ANSESS no se viera desviada para otros fines que no son los específicos, si el PAMI no fuera una cáscara vacía donde el enfermo tenga que ir penando de escritorio en escritorio sin encontrar soluciones a sus demandas y necesidades de salud, si los trabajadores no recibieran el injusto impuesto al trabajo, que la inseguridad también sea un asunto que esté en la agenda del llamado progresismo, si no se destruyera la educación pública mientras se habla de una inclusión que no es real, si la propaganda oficial no nos mintiera descaradamente con logros que la gente no ve en sus realidades cotidianas.
Estos contrastes, estas injusticias cotidianas lo único que hacen es acrecentar una guerra sin cuartel y sin armas de pobres contra pobres. Una guerra que no nos merecemos los argentinos.