POR LUIS SELLÁN
La semana pasada culminó con un terrible accidente ferroviario. Que desnuda
una vez más las ambigüedades de un estado que es incapaz de cuidar a sus
ciudadanos. Una tragedia totalmente evitable, que culminó con la vida de 51 trabajadores
argentinos y casi 500 heridos. Acompañada por una caterva de demostraciones de
improvisación, imbecilidad de funcionarios-nacionales, provinciales y de la
ciudad- que solo se echaron culpas entre sí y la demostración cabal que la Argentina
está más cerca de Macondo que de ser un país enserio como prometía el fallecido
presidente Kirchner.
La tragedia de once ocultó, como no podía ser de otra manera, el debate que
se ha presentado en estos tiempos sobre Malvinas y la soberanía argentina sobre
ellas. Por un lado un gobierno, que a treinta años de la guerra del Atlántico
sur, saca a relucir un falso patriotismo berreta para subirse al pedestal donde
justifica su “proyecto nacional y popular”. Y jugar en el terreno que más le gusta:
la confrontación permanente eligiendo un enemigo visible y que le de sustento a
su propia existencia. Mientras descuida la vida de los ciudadanos comunes, hace
negocios a costa de nuestros recursos- que también son la soberanía- y flagela
las instituciones con soberbia. Una prueba de esto último fue el acto en
Rosario por el centenario de la creación de la bandera, que fue convertido en
un acto partidario y no de unidad nacional. Abundaron las banderas partidarias,
especialmente de LA CAMPORA, abuchearon al gobernador santafecino. Mientras que
la presidente, además de canturrear con la barra en modo futbolero una proclama
setentistas del peronismo, en su discurso no evitó la ocasión para equiparar
obscenamente al Gral. Belgrano de su marido muerto.
La presidenta volvió a repetir la lógica perversa de que son ellos o la
nada, los demás ciudadanos pasamos a completar una categoría de traidores,
golpistas o simplemente idiotas útiles.
INTELECTUALES DE BAJO VUELO
Por otro lado, en contraposición. Un grupo de intelectuales; como Beatriz
Sarlo, Luis Alberto Romero, Santiago kovadloff, periodistas como Lanata y
Eliaschev y un político llamado Fernando Iglesias; un talibán al servicio de lo
peor del lilismo; han publicado una carta donde pretenden imponer el principio
de autodeterminación de los habitantes de las islas sobre el de la soberanía,
que los ingleses se niegan a reconocer. Diseñando además un democratísimo
absurdo.
Un punto de vista que es indudablemente inoportuno, burdo y falso de toda falsedad.
La Argentina nunca deberá reconocer la autodeterminación de los habitantes si
los ingleses no reconocen nuestra soberanía, esto significaría dejar de lado
años de diplomacia argentina, sería un modo inadmisible y burdo de darle argumentos
a los ingleses, y lo que es peor; es una tremenda bofetada a los combatientes
que defendieron nuestro suelo cuya sangre hoy abona la tierra helada del archipiélago.
Es lamentable que intelectuales de nota, algunos de ellos, tengan un vuelo
tan bajo y no puedan entender- quizás si lo entiende- que en esto todos lo argentinos
debemos estar unidos. Parece una absurda manera de oponerse al gobierno por que
si, y para ello se apoyan en los argumentos británicos, un papelón que tampoco
nos pone en un lugar de seriedad ante el mundo.
El historiador Romero, hasta cuestionó los derechos argentinos sobre las
islas, decir que es producto de la ignorancia no sería creíble, pero peor sería creer que es solo producto del odio al gobierno.
Alguna vez Moreno dijo, hablando de educación y derechos, que quizás
nuestro destino sería mudar de tiranos sin dejar la tiranía. Que triste sería
que eso pasara. De nuevo.
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